Pantallazo No.55
¡Y aquí estamos…!
Tardes sombrías, las que vivimos en nuestra ciudad,
que nos llevan a remembranzas, muchas cercanas, algunas insertadas en las
profundidades del pasado y tal vez, otras, inexistentes y resistentes al ojo
humano. Cierto, que pasan las semblanzas del presente, en las carreras
inefables, del desesperado caminante, sin sentido, preocupado en el saber de él
y de los suyos o en el par de monedas, que le permitan sobrevivir, por ello va
sofocado, intermitente, cada vez, más agresivo y lacerante, cual huyendo de las
certezas que lo atormentan y de las vicisitudes, de sus tiempos de futuro.
Yo, por mi parte, me detuve un momento, a espectar
las líneas blancas y rojas, de mi vida, ambientarme en los nuevos retos de lo
desconocido, cual misteriosa novela sin final, pero ¿cercana a terminar?
Vaya que es difícil, en medio de las brumas,
encontrar luces de ensueño para limar las asperezas, de múltiples vivencias
escondidas y afiatadas ventanas, de hechos, que se van pareciendo, incansables,
determinantes y concebidos en los pasos de caminos, que te dan, los vericuetos
recorridos de tu destino, que se hace patente, una vez, que tus ojos se abren
desde el vientre al mundo complejo, de repente, confundido de la existencia.
Me asaltan, ¿Lágrimas?, si pues, son de cristalino rocío,
de una humedad interminable, que vino conmigo, cual, ¿regalo? ¿prueba?, creo es, designio natural, de los que nos toca en la aritmética
y/o ecuación de sentirte vivo, en un orbe que le gusta ocultarse, cada
instante, partirse el alma, sin pretenderlo, o , hacer añicos, sabiendo que es cristal
cuasi herido.
Paradojas incesantes, que nos acompañan, en el
misterio magnánimo de correr, saltar, pretender, abandonar, rescatar, durante
la conciencia y luego caer en las lontananzas de lo onírico, para aprender
virtuosamente, que solo es dormir, para volver, que se sueña, se sueña y se
sueña, sabiendo que habrá un hálito
mágico, que te despierta, hasta que esa fabulosa paradoja, se queda inmóvil, y,
quedas trasladado, a donde ya se hace difícil regresar, salvo que, la mente inmortal
de los espíritus conmovidos, te regresen en brazos de nuevas y mejores imágenes,
hechas mortales, por bienaventuranza o por creencia o quizás, te hagas de
diario latido y amor, en lo que pudiste construir en ese cósmico vaivén de las
creaciones, plenas de pensamiento, palabra y obra.
De veras, me gusta ser feliz, de las alegrías de
niños y niñas, desplegados al viento, libres, sonrientes, tan cercanos muchos ,
pero todos, hechos vida para cimentar la vida y apostar por siempre, a la
esperanza, por ello, deben ser sin
vacilación alguna , lo más valioso que tenemos, en las villas de la humanidad,
por ello, hacerlo felices, que hagan mágicas destrezas, que sean protegidos,
con el manto sagrado de la ternura, el respeto y la protección sin límites. ¿Qué
puede ser más puro, que no pueda conmovernos, a cada instante y que nos haga
tan rebeldes y frenéticos, cuando, siquiera, se estira un índice para
denostarlos, siendo lo que son, el tesoro invalorable de las más finas fibras
de ternura y paz, que posee el ser
humano?
Es verdad, que llegas a manantiales que te
refrescan, en valores inmunes al tiempo, y, también es real, que terminas
entendiendo, que la infelicidad de muchos, los rencores de tantos, son parte
del resiliente modo, de hacerte más integro, de concebir, que en la medida, se despejen
esas nieblas, harás más duraderos los tiempos de disfrute, en el inmenso azar
de la vida que te entregan.
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