Pantallazo No.50
Pretexto
Por: Marcial Guillermo Pérez Herrera
Viendo de cerca,
o, percibiendo de lejos, el Pretexto. Porque la luz del sol no está adecuada,
ciega más de la cuenta o no embellece las figuras de la imaginación, pues no existe.
Si los dulces
besos, están muy cerca a descubrir las intimidades de tu corazón, nada, mejor,
otro momento, podrá ser de mejor suerte, como cuando la tierra pueda dar dos
traslaciones sin descanso. Si tus entusiasmos, son demasiado inmensos, puede
ser que sean intrigantes, lesivos o entumecedores. Pretexto.
Si saliendo de
las huellas ocultas del pasado, los vericuetos ocultos de la pasión, si
descubres los inmensos toques de la audacia, de la caricia, nada, mejor
retroceder, hurgar en los silenciosos senderos de la apatía, la desesperanza y
la laxitud, así, de repente, puedan abrirse aventuras extraordinarias, deseos
irrefrenables o secretas cuitas de ayer perdidos.
Nada que se le
parezca a la virtud de lo nuevo e impredecible, de lo arriesgado y rozagante, efímero,
pero extraordinario, mejor ya, lo no ocultable, lo conocido, lo hecho a la
medida de los tiempos de cálculo indeseado, de diatriba escondida y de lamento
interminable. Pretexto.
Cuando encuentras
deliciosas frutas de ambrosía, para degustarlas sin cesar, con repetidas alegrías
y remarcadas infidencias, cuando alojas en tus labios, las agradables e increíbles,
bondades del amor escrito, en el secreto, pues, nada, seguramente, serán
trampas encendidas de derrota o tal vez secretas conspiraciones del ayer, indubitables,
ineludibles e imbarajables. Pretexto.
Al recorrer
encendidos, las rutas no escritas del misterio, del encumbrado camino de lo
desconocido, del cariño irrefrenable, del baile dormido del deseo, irresistible,
sin distancia, ni tiempos que lo distraigan, de su éxtasis intocable e
impredecible, tal vez, sabes, sería mejor, encontrar la estrategia vital de las
soluciones, de la práctica y del automatismo, de los rincones sin nombre, ni esperanza.
Pretexto.
Cuando al
mirarte, recurro a lo profundo de las imaginaciones habitables, exploro casi
inconsciente, lo que puedes ser, más allá de lo consciente, más lejos de lo
predecible, más intenso que el dolor, o, el placentero bien del presente,
dices, ¿ Y porque no seguimos en el vericueto asequible y manso del quieto
olvido, de la terca paciencia sin objetivo alguno? , ¿Y porque no recurrimos,
sin descansar un rato, sin pestañear siquiera, a la lógica razón del existir,
porque vida hay una sola y jamás estaría en serio, desperdiciarla? Pretexto.
¿Es que quizás el
vino complaciente, la copa reprimida, el sabor imborrable e inacabable de la energía
del espíritu y la magia de las entrega, es hoy, algo menos que el postulado
frio y eterno del olvido?
¿Es que la turbia
apuesta de hacer corpóreo lo imposible, demostrable lo indescriptible y cómodo,
la ajena mentira del mortal aliento, sabrá hacer su parte en esta escénica del
olvido?
Pretexto, si
pretexto, para entender que está por acabarse, todo el mágico sueño de siempre,
la acústica inacabable de la voz enternecida, la caricia sin fin, hecha amor y
dolor, cual fantástica leyenda del humano ser, que vamos dejando en el pasado.
Pretexto, porque
existe algo más allá de la evidencia escrita, de la creencia abyecta o del conjuro extremo, que los ojos, seguramente, sin llorar con razón y sin destino, se
niegan a ver, creer y afirmar, porque de hacerlo, sería un paso impostergable
de sueños y ensueños escondidos, secretos y prohibidos recelos.
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