Los retos que enfrentará la
economía mundial en el 2016
Lunes,
15 de febrero del 2016
En
el 2016, la economía mundial seguirá estando caracterizada por una nueva
anormalidad en términos de producto, políticas económicas, inflación, precios
de los activos clave y los mercados financieros; señala un análisis publicado
por el World Economic Forum (WEF).
Desde principios de
este año, la economía mundial enfrenta un nuevo período de intensa volatilidad
en los mercados financieros, marcado por la brusca caída de los precios de las
acciones y otros activos riesgosos.
Son diversos los
factores en juego: la preocupación por un aterrizaje forzoso de la economía
china y el posible decaimiento del crecimiento en Estados Unidos en un momento
en que la Fed ha comenzado a elevar las tasas de interés, los temores por la
escalada en el conflicto saudí-iraní, y las señales —principalmente el desplome
de los precios del petróleo y las materias primas— de una intensa debilidad en
la demanda mundial.
Y hay más: la caída
de los precios del petróleo —junto con la falta de liquidez en el mercado, el
aumento del apalancamiento de las empresas energéticas estadounidenses, de las
empresas energéticas y de la frágil deuda soberana en las economías
exportadoras de petróleo— están agudizando el temor por graves eventos
crediticios (incumplimientos) y una crisis sistémica en los mercados de
crédito.
Luego tenemos las
aparentemente interminables preocupaciones por Europa, con un aumento de la
probabilidad de que Gran Bretaña abandone la Unión Europea (la llamada Brexit),
mientras los partidos populistas de la derecha y la izquierda ganan terreno en
todo el continente.
Estos riesgos se
ven amplificados por algunas sombrías tendencias para el mediano plazo, que
implican crecimiento mediocre generalizado. De hecho, la economía mundial en
2016 seguirá estando caracterizada por una nueva anormalidad en términos del
producto, las políticas económicas, la inflación y el comportamiento de los
precios de los activos clave y los mercados financieros.
¿Cuál es la causa
entonces de la anormalidad de la economía mundial actual?
En primer lugar, el crecimiento potencial de los países desarrollados y emergentes ha caído debido a la carga de la elevada deuda privada y pública, el rápido envejecimiento poblacional (que implica mayor ahorro y menor inversión) y diversas incertidumbres que limitan el gasto de capital.
En primer lugar, el crecimiento potencial de los países desarrollados y emergentes ha caído debido a la carga de la elevada deuda privada y pública, el rápido envejecimiento poblacional (que implica mayor ahorro y menor inversión) y diversas incertidumbres que limitan el gasto de capital.
Además, muchas
innovaciones tecnológicas no se han traducido en un mayor crecimiento de la
productividad, el ritmo de las reformas estructurales continúa siendo lento y
un prolongado estancamiento cíclico ha erosionado la base de habilidades y de
capital físico.
En segundo lugar,
el crecimiento real ha resultado anémico y ha estado por debajo de su tendencia
potencial debido al doloroso proceso de desapalancamiento en curso, primero en
EE. UU., luego en Europa y ahora en los mercados emergentes altamente
apalancados.
En tercer lugar,
las políticas económicas —especialmente las monetarias— se han ido tornando
cada vez menos convencionales. De hecho, la distinción entre la política
monetaria y la fiscal se ha desdibujado cada vez más.
Diez
años atrás, ¿quién había escuchado términos como política con tasas de interés
nulas (ZIRP), expansión cuantitativa (QE), expansión del crédito
(CE), orientación prospectiva (FG), tasas de depósito negativas (NDR) o intervención no esterilizada en el mercado cambiario
(UFXInt)? (Todas las siglas corresponden a los nombres en
inglés). Nadie, porque no existían.
Pero ahora estas
herramientas no convencionales de política monetaria son lo habitual en la
mayoría de las economías avanzadas, e incluso en algunos mercados emergentes. Y
las acciones y señales recientes del Banco Central Europeo y el Banco de Japón
refuerzan la percepción de que hay más políticas no convencionales en camino.
Algunos afirmaron
que estas políticas monetarias no convencionales —y el enorme crecimiento de
los balances de los bancos centrales que las acompaña— implicarían la
degradación de las monedas fiduciarias.
El resultado,
sostenían, será la inflación desbocada (e incluso, la hiperinflación), un
elevado aumento de las tasas de interés a largo plazo, el colapso del valor del
dólar estadounidense, un salto en el precio del oro y otras materias primas, y
el reemplazo de las devaluadas monedas fiduciarias con criptomonedas, como
bitcoin.
En lugar de eso —y
esta es la cuarta aberración— la inflación aún es demasiado baja y continúa
cayendo en las economías avanzadas a pesar de las políticas no convencionales
de los bancos centrales y el vertiginoso aumento de sus balances. El desafío
para los bancos centrales es aumentar la inflación o incluso evitar la
deflación.
Simultáneamente,
las tasas de interés a largo plazo continuaron descendiendo en los últimos
años; el valor del dólar ha aumentado; los precios del oro y las materias
primas cayeron bruscamente; y bitcoin fue la moneda con peor desempeño en 2014-2015.
El motivo por el
que la inflación ultrabaja continúa siendo un problema es que la relación
causal tradicional entre la oferta monetaria y los precios se ha roto. Un
motivo de esto que los bancos están acumulando la oferta monetaria adicional en
forma de reservas excedentes en vez de prestarla (en términos económicos: la
velocidad del dinero ha colapsado).
Además, las tasas
de desempleo continúan siendo elevadas y esto otorga poco poder de negociación
a los trabajadores. Y en los mercados de productos en muchos países continúa
existiendo capacidad excedente, con grandes brechas en la producción y una baja
capacidad de fijación de precios por parte de las empresas (un problema de
capacidad excedente exacerbado por la sobreinversión china).
Ahora, después de
una enorme caída en los precios de la vivienda en los países que experimentaron
una bonanza y posterior desplome, los precios del petróleo, de la energía y de
otras materias primas han colapsado.
Llamemos a esto la
quinta anomalía: el resultado de la desaceleración china, el aumento en la
oferta energética y de metales industriales (después de una exitosa exploración
y sobreinversión en nueva capacidad) y la fortaleza del dólar, que debilita los
precios de las materias primas.
La reciente
agitación en el mercado ha iniciado la deflación de la burbuja mundial de
activos generada por la QE, aunque la expansión de las políticas monetarias no
convencionales puede alimentarla un tiempo más.
La economía real en
la mayoría de las economías avanzadas y emergentes está gravemente enferma,
pero sin embargo, hasta hace poco, los mercados financieros se disparaban con
el apoyo de la expansión adicional de los bancos centrales. La pregunta es
durante cuánto tiempo pueden divergir los mercados financieros y la economía en
general.
De hecho, esta
divergencia es un aspecto de la última anormalidad. El otro que los mercados
financieros no han reaccionado mucho, al menos hasta ahora, a los crecientes
riesgos geopolíticos, como los originados en Oriente Medio, la crisis de
identidad europea, las crecientes tensiones en Asia, y los persistentes riesgos
de una Rusia más agresiva.
Nuevamente,
¿durante cuánto tiempo puede mantenerse esta situación, en la cual los mercados
no solo ignoran a la economía real sino que además descuentan el riesgo
político?
Bienvenidos a la
nueva anormalidad del crecimiento, la inflación, las políticas monetarias y los
precios de los activos. Pónganse cómodos… parece que durará un buen rato.
Nouriel
Roubini
Ex funcionario del FMI, Reserva Federal de EE.UU. y el Banco Mundial
Ex funcionario del FMI, Reserva Federal de EE.UU. y el Banco Mundial
Comentarios