Pantallazo
No.46
Un minuto de gloria en la “Combi”
Por: Marcial Guillermo
Pérez Herrera
Nuestra
diaria vida urbana, en Lima, durante su progresivo “Bing Bing”, ha perfilado
fenómenos, costumbres, decires, sentires, olores y sinsabores, que la
identifican en toda su extensión, en el sentir, quehacer e inconsciente
colectivo de sus casi 11 millones de habitantes, superpuestos, inéditos, cada
vez más vociferante y quejumbrosamente depresivos.
Estos
rasgos, tal vez, explicarían los autismos e individualidades solitarias de las
grandes mayorías, ensimismados en audífonos lacerantes, escuchando sabe Dios
que, excluyéndolos de cualquier posibilidad de conectarse, con su vecino,
conciudadano o simplemente familiar cercano, con lo cual, la susodicha neurosis,
aumenta y taladra las fibras más sensibles, de la interacción humana.
Tal
vez, me preguntaba, la ansiedad que provoca la incertidumbre de futuro, la
falta de ingresos, las “des identidades”, las presiones propias de un modelo ,
léase, sistema socioeconómico, que incentiva con terrible encono, “el éxito” a
como dé lugar, a como cueste o a como haya que tumbar al más cercano, al más
afable o al más querido, seguramente provoca miedos inescrutables, en muchas
personas, sobre todo aquellos que desde sus juventudes celulares, ven con
preocupación , que el calendario del “triunfador” se acorta, en la medida, que
los calendarios, marcan el paso inescrutable del tiempo. Pero, también el drama
temporal se extiende, para quienes , al llegar al umbral de la senectud, ven,
que jamás se cumplirá el publicitado “descanso” del retiro laboral o la ansiada
pensión, que casi no llegara a nadie, tal cual es el gravísimo panorama al
respecto y con el sello estadístico, siempre eludido por los capitostes de
turno, que son los 12 millones de trabajadores en informalidad, de los cuales
se dan , estos extremos etarios, en este caso “JOVENES Y VIEJOS”(Adultos
Mayores, para pasar piola, con los incumplimientos de un país adverso y de un
mundo financiero global perverso e hipócrita, si no, que lo diga la Lagarde[1])
que no tienen expectativa de hacer
efectivo este derecho o jamás lo alcanzarán.
Pero,
donde se da, el gran teatro del mundo limeño, aparte de otros y variadísimos
escenarios surrealistas, está el martirio del transporte, “el pare de sufrir”
del limeño de todas las sangres, el ingreso a otra dimensión, donde lo que
menos vale es el tiempo de existencia, el lamento corporal o el deterioro de la
animosidad, horas de horas hechas trizas, demolidas en todas las formas, ante
el pasivismo o tal vez (no sabemos) beneplácito sádico, de quienes desde los cómodos
y caros sillones de las burocracias estatales, que todos pagamos, hacen todos
los días vista gorda de este “Marat Sade” criollo.
Pero
justamente, en una KOMBI[2],
la tan recordada, en todos los idiomas de angustia e indignación, nunca
escuchadas, hecha en nombre y alma, bien nuestra, aunque ahora los modelos de
destartaladas camionetas, no obedezcan a dicha marca y características, donde
cual, milagro silencioso, o aparición sin semblanza, se produjo un minuto de
gloria, en mi mortal transcurrir.
Pues
bien, como de dio este entuerto subliminal, inacabable, nunca entendido y creo
que nunca lo entenderé. Estaba primero apretujado, casi hecho resma de papel en
la parte delantera, luego d escuchar, el ya cantado, “Sube varón, adelante hay
sitio, vas más cómodo”, frase célebre y coqueta, de los “llenadores” de la
mencionada hojalata, y así fue, pero claro, junto a un robustísimo muchachón,
con una maleta de metal, que no sé qué llevaba, pero en el acomodo, me dejó
juntito a la ventana, apretadito y en inferioridad de condiciones. Bueno, como estaba,
esta vez, “relax”, no le hice fieros, además me había puesto unos lentecillos
oscuros, para hacer de cuenta, que estaba en pleno verano y así, luego de
esperar las calendas y “conciencia” del ya veterano y cundero piloto,
arrancamos. De repente ¡OH colosal sensación! ¡Oh celestial anuncio! Y ¡Mas OH…que
me está pasando”, la brisilla producida por el pise a fondo del acelerador del
piloto en ciernes, y su “dale, dale” impío, pareció convertirse en acariciante
elixir de tranquilidad, profundidad de lo más bello de los sentimientos, no era
la hostil faz de quienes estaban conmigo en esta carceleta de acero, al contrario,
todo pareció muy suave, con figuras de quietud inimaginables, como si todos
aquellos seres de la estratosfera cósmica, hubieran venido a mí, a cantarme la más
hermosa de las canciones y el más pastoril de los salmos de esperanza, los
bellos espíritus delos que nunca se van de nosotros, pues son eternos, y al
serlo, marcan nuestros pasos y latidos, estaban a mi lado, mimándome y
susurrando mis alertas y disfrutados oídos, tan simple, ese minuto de
inmortalidad, de placer espiritual inenarrable con palabras de esta tierra,
estaban conmigo.
Claro
está, el recio grito del contramaestre de la KOMBI, de la galera ultramontana, tan
inserto en nuestra psiquis, el ¡BAJAN;
BAJAN ESQUINA”, rompió con brutalidad, sin aviso manifiesto, este encanto, este
endulzamiento del alma hecha cuerpo, esta interminable fiesta de placeres indescriptibles , de naturaleza fresca,
derrotando victoriosa, al contaminante aire, que hace leña, a diario, nuestros sufridos ejes pulmonares y arrugan
impertérritos, todos y cada uno de las fronteras de lo que nos hacen seres de
carne y hueso.
Si
pues, fue UN MINUTO DE GLORIA EN LA KOMBI, que es probable no se repita, pero
lo viví, vaya que lo viví y le rendí culto, a la felicidad del momento
interminable y la bondad de la mente amarrada cual fiel pareja al espíritu.
Hasta pronto amigos y
amigas y ya saben… ¡Avancen al fondo!; ¡Acomódense para que se siente el señor!
Y ¡paguen con sencillo!
[1] Christine Lagarde ,
Directora del Fondo Monetario Internacional que ha afirmado en el 2012 “que hay riesgo de que la gente viva más de
lo esperado".
[2]
Kombi,
el nombre "original" es el
Type 2. Todo este juego de palabras tiene en común a uno de los coches más
populares del siglo XX. La famosa Volkswagen Kombi es la van por excelencia, la
precursora de todos los modelos de ese tipo que vemos en el día de hoy.
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