El Perú de los No Representados

Pisando Fuerte No. 74
El Perú de los No Representados
Por: Marcial Guillermo Pérez Herrera


Aunque no han terminado oficialmente, las elecciones municipales y regionales, en nuestro país, pues aún faltan, las segundas vueltas. en 14 de las últimas, ya se han multiplicado las evaluaciones y los análisis de sus resultados, sus implicancias y tendencias.
Una de ellas, es la que dictan, las magnánimas encuestas, esto es, que el 83% de la población y en otros aprontes, algo más alto el porcentaje,  no se siente representada por ningún partido político o algo que se le parezca.
Dictamen medidor, bastante preocupante, pero nada nuevo, respecto a lo que se ha venido dando, de manera epidémica en los últimos 35 años en el  país. Este derrape, se ha venido acentuando, con la catástrofe de gestión, del Estado, en el período 85-90 con Alan García y se consolidó con la entrada de Fujimori y sus funestos aliados en los 90. Lo que pasó después, sólo ha terminado agravando el asunto,  al punto, de poner en situación de coma, al paciente llamado política peruana.
Ciertamente, los partidos, como opción de conducir, de gobernar, desde la esfera de lo colectivo, organizado, transparente  y eficiente, hace rato, dejó de existir, hasta el extremo, más  pragmático y ramplón, de que muchos, están seguros, que hacer política y llegar a un sillón estatal, es solucionar problemas personales de toda índole, en especial, económicos, y que con un buen “floro”[1], es más que suficiente.
El lema lesivo, acuñado con increíble certeza, de “No importa que robe pero que haga obras”, parece, se convierte, en una bandera utilizable y creíble, ante la desesperación de quienes , de tanto tener, que dedicar horas de horas al trabajo agobiador, o, perfilar, que sus necesidades son primero, hasta los anarquizados sin sentido, ven el quehacer político, desde la cómoda ventana del hogar o el atrincherado rincón de la desesperanza.
El panorama liquidador, justifica cada vez más la no representación y el anómico, como mórbido, aferrarse a la inviabilidad o, lo que es peor, a mi entender, a lo prohibido, pero tangible, a lo corrompido, pero rentable, a lo siendo indecoroso, pero apetitoso. Puro hedonismo social, que termina liquidando, lo casi languideciente de utópico o por lo menos disciplinado y medianamente cuerdo, que aún queda en algunas reservas gregarias.
Vemos liberales , que no son liberales, sino “libérrimos”, socialistas que no son socialistas, sino “socialistones”, economicistas, que no son economicistas sino absolutamente “depredadores” o indignados, que sólo son “indignantes”, y, así, podría continuar la rueda de incongruencias, de mediatismo irreverente, antes que de sensatez y arquetipos ideológicos y programáticos.
¿Podemos seguir con los llamados partidos que nacen, casi no crecen, no se reproducen y mueren?, fenómeno, que siendo referencial en este tramo de tiempo, se ha convertido en la falaz historia de la representación social en nuestra patria. Por supuesto, que NO. La prueba fehaciente, de hecho y de derecho, parafraseando a los jurisconsultos, que pueblan el enjambre profesional,  es que más, han desaparecido partidos políticos, a lo largo de la historia republicana, que otras instituciones. O murieron sin reparo, al desaparecer el caudillo, con familiares y amigos repletos de dinero en los bolsillos y faltriqueras, o, simplemente sólo fueron rótulos y sumas impenitentes de fracasos, engaños y satrapías innobles.
Pues, ¿Qué hacer?, ciertamente, desde la esquina de opinión, (aunque no de “opinología”, como han bautizado satánicamente,  a la libertad de expresarse, los conocidos gonfaloneros de las dictaduras mentales y las sevicias ideológicas), creemos que es un proceso , que en primer lugar, debe significar la asunción y el convencimiento, desde lo individual , desde lo netamente ciudadano, que los gobiernos, en todos los niveles, del Estado, son los que administran los intereses, necesidades y futuro de la peruanidad de 30 millones de habitantes, y, que hasta nuevo aviso, son los partidos políticos, que a través de elecciones , léase VOTO, llegan a esta magistratura.
Por ende, si no nos sentimos representados, no queda más remedio en este mismo raciocinio, que debemos  hacer política ¡YA!, superando las debilidades propias de un sistema, que ha pintado clarito, que los que hacen política, o son, los que les sobra la plata, no importa de donde venga, o son ociosos y peloteros , o quieren salir de pobres , o simplemente, quieren tapar sus perversiones y crímenes (tipo partidos financiados por la corrupción organizada y el narcotráfico).
¡Qué falta tiempo!, ¡Qué eso cansa!, ¡Qué nada va a cambiar!, son precisamente las expresiones, que les encanta a los operadores de la descomposición social, en la cual, nos encontramos.
Todos tenemos formas de actuar políticamente, asentando nuestra tarea en el barrio, el condominio, la comunidad, haciendo más eficaz sus servicios y responsabilidades. Posicionando y  Difundiendo las buenas prácticas de representación social, que deben ser los cimientos, los paradigmas, donde se deba reflejar, la nueva dirección política del país, enfrentando sin temor todo atisbo a las  “gran” o “mini” corruptela, no importa tamaño, lugar o componentes, hay que enfrentarlas.
Comportamientos humanos, antes que cínicas apariencias, firmeza valorativa antes que gelatinosas palabrerías, compromisos cumplidos, antes que promesas burdas y afiebradas, respetos que guarden respetos, entendimientos , convicción, tolerancias y empatías. ¿Qué fácil NO? . Pues a hacerlo amigos y amigas, no queda otra. Sin calcos, sin recetas, ni falsas teorías, sólo que lo hagamos nosotros, los de todos los días, los de todos los momentos… sin temores, ni rencores, pero ¡YA!. Por allí va…creo.
Seguimos en contacto.
¡Hasta la vista…!





[1] Habilidad verbal para hablar bien y convencer 

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