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¿Por qué puede fracasar la reforma del transporte?

El repentino recorte de 39 rutas no era un pedido de la ciudadanía, ni fue adecuadamente informado.

PUBLICADO: 2014-09-06
Tanto quienes las usan, las usaron o jamás las usarían coinciden en que el sistema de combis y coasters es una afrenta para quien desea viajar con dignidad y seguridad.  Eliminarlo definitivamente es un reto que la gestión de Susana Villarán está asumiendo con decisión.  
Ahora bien, debemos precisar que las combis más pequeñas desaparecieron de avenidas como Javier Prado, Arequipa y Petit Thouars desde la gestión de Alberto Andrade. Muchas fueron reemplazadas por coasters, pero cada vez más líneas de transporte empleaban ómnibus grandes. En algunos casos, como la línea 13 o Santa Cruz, el chofer tiene un monitor y una cámara que le permiten ver si los pasajeros efectivamente han bajado por la puerta de atrás. Desde los tiempos de Castañeda, además, en Arequipa y Javier Prado se emplea un sistema de paraderos. A muchas personas les costó romper con la tradición limeña de “bajan en el pasaje” o “en la tienda”, pero se acostumbraron pronto.
Hace dos años, la gestión de Susana Villarán estableció paraderos en Wilson, Tacna y Abancay que los choferes respetan, y muchos pasajeros ya se han familiarizado con ellos. En el caso de los ómnibus, además, cada vez más líneas tienen choferes-cobradores y en ellas los pasajeros saben que deben pagar al subir por la puerta de adelante. En muchas avenidas, sin embargo (Angamos, Wiesse, Universitaria, Canadá, etc), siguen imperando las combis con todos los peligros que generan.
La reforma del transporte debería haber consolidado estos procesos mencionados anteriormente, para que las combis y coasters queden erradicadas de toda la ciudad. El problema es el lunes 1° de setiembre la Municipalidad de Lima tomó una decisión sobre un tema muy diferente, que no se había discutido con la población: el recorte de 39 rutas que permitían a los ciudadanos acudir a sus centros de trabajo o de estudio.
No eran rutas arbitrarias, sino que correspondían a la demanda de los usuarios y tenían varias décadas. Los recortes o modificaciones de rutas fueron realizados por los funcionarios de la Municipalidad con poco criterio técnico y un notable desconocimiento de la ciudad. La Municipalidad ha prohibido a la línea T dirigirse a San Juan de Lurigancho, lo cual permitía a miles de personas llegar hasta el centro o a la avenida Salaverry. En esta última se ha retirado también al Santa Luzmila, cuyos pasajeros ahora se agolpan como pueden en las coaster y ómnibus de SENOSA. La  histórica línea 73 ya no va de Miraflores al centro de Lima, sino que se queda en Risso. La línea Santa Cruz ha sido desviada… ¡a San Juan de Lurigancho! Y así tenemos otros 33 ejemplos de cambios totalmente perjudiciales para la población.      Lo más absurdo es el motivo de los recortes de rutas:  la Municipalidad pretende que los usuarios de estas 39 líneas se apretujen en los ómnibus del “Corredor Azul”.
De hecho, los problemas de planificación se evidencian en el propio “Corredor Azul”, que termina en la avenida Armendáriz en Miraflores, mientras que las líneas recortadas seguían hasta Barranco, Chorrillos, San Juan de Miraflores y Villa María del Triunfo. Quienes viven en estas zonas ahora deben tomar otro ómnibus, con un nuevo gasto y pérdida de tiempo. No se comprende por qué se planteó una ruta troncal mucho más corta que la que seguían las combis, los ómnibus de Enatru o inclusive los tranvías. Hacia el norte, la situación es la misma, porque los ómnibus azules se quedan en el Rímac y no llegan hasta San Martín o Comas, como las líneas que se ha pretendido reemplazar.
Las consecuencia de estas medidas han sido terribles, no solamente por las colas de varias cuadras (no es que la gente no quiera caminar tres cuadras, sino que la cola es de varias cuadras)  o los ómnibus atestados, que hubieran podido evitarse con mayor planificación, sino por la imposibilidad de muchas personas de llegar hasta el “Corredor Azul”, dado que los famosos ómnibus alimentadores no han sido implementados. Eliminar rutas sin establecer los alimentadores es, por lo menos, una gran improvisación.
Cuando muchas personas desesperadas tomaron taxis-colectivos, pagando hasta cinco soles, la Municipalidad intervino, llevando a decenas de estos vehículos al depósito. Otros tomaban taxis, pero ahora la Municipalidad quiere prohibir que circulen los taxis en las avenidas del “corredor” (ayer pude ver cómo multaban a varios taxis en la avenida Arequipa). Otros ciudadanos están tomando los ómnibus del Metropolitano que ahora están a punto de colapsar en los paraderos iniciales. Las congestiones se producen en toda la ciudad, porque la gente ahora viaja más en taxi o auto particular, especialmente cuando se trata de proteger a niños o personas mayores de la terrible violencia que implica subir a los atestados ómnibus.
Lo paradójico es que la reforma oficialmente plantea que los ciudadanos dejen de usar sus vehículos y opten por el transporte público y se generó el efecto contrario: mayores congestiones por mayor cantidad de taxis y vehículos privados.  De hecho, resulta inexplicable que en los planes de la Municipalidad esté retirar todo el transporte público de las avenidas Petit Thouars y Arenales, cada una con cuatro carriles, reservándolos para el transporte privado y concentrando todavía a más pasajeros en los paraderos del corredor azul.  
A nuestro entender, si la Municipalidad quiere realmente ayudar a los usuarios debe restablecer las rutas de ómnibus grandes que suprimió el lunes. Con el tiempo y con el diálogo con los usuarios esta gestión o la siguiente podrá modificarlas, pero asegurando un transporte digno y sin maltratos. Entretanto, con los problemas de comunicación y el grave desconocimiento que han demostrado sus funcionarios, la Municipalidad está haciendo mucho daño a los ciudadanos y generando que la “reforma” parezca un problema peor y no la solución que muchos esperábamos.

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