Pantallazo No. 38: Lo que se va alejando…
Por: Marcial Guillermo Pérez Herrera
Si
supiera entender lo que está pasando, tal vez, podría llevar el camino de mejor
forma. Varias veces cuando tiemblan mis entrañas, o, se remecen las recónditas
fibras del ser, me ataca la incertidumbre de voltear nuevamente al pasado o es
mi rabia encubierta de no haberlo podido detener. Hablo y recuerdo, pienso y
existo, recreo y olvido, quizás blasfemos, pero no encuentro respuesta. Se va o
te vas alejando, no lo sé.
Quizás
aspire, en mi intrincada y subjetiva experiencia, que sería diferente, que irse
retirando de lo pretérito, de lo sucedido ayer, podría ser posible, mas es un asalto
permanente, constante, diría yo, hasta pecaminosamente insistente, que se niega
a retroceder, vuelve una y otra vez, con inquietudes distintas, rostros
acicalados o pretextos suavizador del estar, pero son los mismos, de eso estoy
seguro.
Discurre,
el tiempo, percibo que se va más rápido que lo acostumbrado, como un sistema
enésimo y potente, y, sigue todo igual, o parece igual, seguramente. Tu voz se
alza tremebunda, provocadora, intolerante, sin margen posible de negociar
nuevos rumbos y nuevas formas de vivir, como si quisieras apostar a que todo se
derrumbada, como plaza derrotada, sin combate certero, ni defensa sacrificada.
No,
no quieres futuro, salvo, que sea protegerte, acurrucarte , olvidando, que se
comparten emociones, se respiran aires, se oxigenan cuerpos y se piensa en
conjunto, y, pues, me siento culpable de ello, como si ahora comprobara , cual
matemática fórmula encabritada, que sume mal, reste demasiado y no supe
multiplicar, las esencias propias y valientes del estar.
Quizás,
si ella, aquella que estuvo a lo lejos, cual mensajera vigilante de mis pasos
desdoblados, tenía razón, cobarde al fin, temeroso de Dios y de las reglas, de
las normas encendidas, de los mamotretos del silencio, que implica guardar espaldas
y tradiciones encubiertas, pero, si pero, nuevamente, mil veces, repetidos, no
me sirvieron de nada, aquí estoy inmóvil, por momentos invisible ante una
escena de teatro real, sin epílogo, porque ya fue anunciado al comenzar.
Me encargo de llegar a lo que está fuera de la
evidencia, lo intento, una y otras vez, me veo acechado por las facilidades de
la reacción furtiva, impensada, anómica y trepidante, contagiosa y delirante,
vacilo una y otra vez, retrocedo acobardado, y, nuevamente regreso . Cual
ascensor desesperado de una tarde de ignominia, al primer piso de las dudas de las remembranzas, por lo general
opacantes de lo lindo que he vivido, porque si, estos últimos tiempos fueron
marcados por señales, que jamás, en sueños, imaginé, con dolores de
sacrificado, de Gólgota amateur, de estoico sin franela, ni distingo, sin
emblema de sufrimiento, aunque de ser tan tremendo, cada día agradezco, a los dioses,
a las fe de todas las razas, haber sobrevivido.
Es
estar en dos esferas agudas, asfixiantes y sin respuesta. Soledades, que
sumadas a las existenciales de siempre, se ven afectadas en una contradicción,
entre lo que reflejan mis apariencias y
las ansias de desafiarlas, sin césar, casi obsesivas, ¿Supervivencia?, ¿Reflejos?
¿Reminiscencias faustianas?. O simplemente, que se va, se está yendo, se aleja,
y, no quiero creerlo, no quiero asumirlo, dejando a un lado el escudo hoplita
de defensa espartana, sin concesiones, sin tolerancias, hasta al final, hasta
caer, hasta abrazarme impenitente con el barro real de la naturaleza humana, de
la cual estamos hechos, aunque las bondades del científico vaivén, y de las
prolongaciones vivenciales impuestas en nuestras imaginaciones así quieran
demostrarlo.
Comentarios