Pantallazo No. 37: ¡Vivir!
Por: Marcial Guillermo Pérez Herrera
Está el sol en su
punto especial, pareciera, no quiere irse nunca de un espacio, que suele ser,
descrito por propios y extraños, como particularmente sombrío, siempre
complicado con el siempre pesar de una aparatosa cementera, llena de
escondrijos fríos y anónimos, donde, seguramente, tiempo atrás, hubo verdes y
limones, amplias avenidas de ríos y arroyos despejados, claro, que siempre
debiera estar triste al haber perdido
este pasado esplendoroso, atado, esclavizado al sonar impenitente del
ruido anónimo y descarado. Pero, de verdad, la luz de hoy, tenía un particular
brillo.
Escuchaba para
concentrarme, todo aquello que pudiera escapar a la ecuación rígida del
presente y al escalón solitario, misterioso, detonante del futuro, y, si,
encontré eso, Vida, mucha vida, ganas de vivir, de muchos, de todos, de los
aires que se rebelaban contra los humos tercos de las máquinas, de los
riachuelos encrespados, atados, encerrados, por debajo de los desechos humanos,
cantando su esperanza de libertad, algún día, sólidos, sin fronteras. Y más
cercano aún, un firmamento, rebelde, altivo, despejado de maliciosas sombras
descabelladas por humanas consignas, o, quizás por los demonios propios de la
indolencia. Y más allá, los vedes, pocos, si, muy pocos, convirtiéndose en una
amplia y perfumada estola de existencia, a la sombra de los cuales, se siembran
sueños de todos los colores, se hacen realidad los más preciados secretos de
amores, se hacen presente, los recuerdos hermosos de un pasado compartido y tal
vez, son el bálsamo bendecido del perdón por la errada espera o la inesperada huida.
Seguía paso a paso,
afinando al máximo la audición de mis sentidos, las voces de todos aquellos que
me quieren, me aman o me han amado, y, pude aspirar los aromas inexplicables,
casi celestiales, cósmicos de los amores encendidos, de las miradas furtivas de
corazones núbiles, de pestañas zigzagueando, haciendo perfumes de rosas
sacudidas, de sólo rozar con la brisa encontrada, desde el mar , cómplice
escondido, o, desde la pétrea semblanza del olvido, reposada, tranquila y
confiada en su compleja fortaleza vivida.
Una lágrima, curiosa,
profunda, extraída de las profundidades de un alma incomprendida, tocó mi focal
mejilla, vaya, no la sentí triste, menos anonadada con la casi tradicional
temperatura de estos años, entre la melancolía y la tristeza, entre el olvido y
la soledad comprometida, todo lo contrario, era suave, de extraordinaria
frescura, de impactante tolerancia, nutrida de azahares y aromáticas esencias,
era, de vida plena, de ganas de repetir la historia perdida, aquella que me
hizo, caminante sin descanso, explorador impenitente de nuevas formas y
sonidos, cazador sin armas, pescador sin redes, sólo eso, buscador persistente de ecos sin explicación alguna,
de melodías sólo comparables, con los sueños increíbles que acompañarme suelen,
en largas noches de libretos encendidos y pasiones prohibidas.
Veo niños sonriendo,
mujeres creyentes en su potencial poder concebido, veo a quienes se resisten a
perder el sentido de sus legados y riquezas de espíritu y ancestros esculpidos,
veo más aún, te veo a ti, llamando por doquier una forma nueva de entender, que
el destino sólo es eso, hacer de la vida, más vida, de las alegrías, luz y
farol permanente de recorrido por los arcanos que ponen a prueba nuestras más
duras contingencias.
Comentarios