Microcuentos No.2
Prisión Aérea
Por: Marcial Guillermo Pérez Herrera
Son las 7 de la mañana, Lima, ya está despierta desde muy temprana, al
interior de sus diferentes escenarios de vida desde abajo hasta arriba, desde
la altura rica mirando hasta la altura pobre, en el llano de miles de dólares
el metro cuadrado hasta la tierra invadida, millones de almas en ristre,
movidas por cuerpos de diferente textura, color e historia, se desplazan, como
un gran hormiguero, visto desde lo alto, sabe Dios, por quien, pero todos en
medio, de las vicisitudes, hasta la añoranza de cambiarlo todo, desde la
apuesta por el trabajo soñado, la mujer
o el hombre de almanaque o revista rosa, hasta el famoso “Me llega”, “
Esta vaina es más de lo mismo”, en fin,
urbe de cemento, desposeída de verdes y flores, apretada hasta el pescuezo, por
las intolerancias de motores despidiendo todo, menos vida, pero, allí en ese
espacio, se dan las pasiones, los amores, las esperanzas, los desalientos, las
altezas y las bajezas, las bellas cuitas y los malos tratos, las grandes
verdades y las grandes mentiras, los sueños hechos aunque de a poquitos y los
sueños desechos sin misericordia, vírgenes, sátrapas, bucaneros de piedra y
salvajes de rodillas, todo, absolutamente todo, sin necesidad de tener una
carta de un menú existencial, que no hace falta, tenerlo en las manos para respirarlo,
todos y cada uno de los días de este mundo marrón.
Carlitos, saliendo apresurado, ¡Chau mamá!, ¡Chau papá! Me voy, a ver cómo
me va hoy. Carlitos, muchacho despierto, recién salidito de una educación
secundaria, de esas que se hacen a menudo, como se puede, raíz profunda, de una
secuela de errores, el sólo él. ¡ ya anda nomás!...casi refunfuñando le
contesta la mamita…el papi, pues, ni lo escuchó, acaso, si tiene tiempito de
comentarle bajito a la hermana mayor, Rosita,- Allá va pues este, con su
cuentito que va a buscar trabajo, puro papel nomás es, porque a las 10, ya está
por acá y se echa de nuevo a dormir-mientras que la Ruperta, se va a la chamba
y yo me tengo que sentar en el micro, pa echarle más horas que toda mi edad
junta- ¡Ah muchacho!, casi con resignación musita , el páter nostro de esa
familia, la clásica, la de todos los días, con poco plata para vivir, pero
mucha , para sobrevivir, con el tan tan, ni muy, muy, de los amaneceres y
atardeceres de una ciudad cruzada por las imágenes de alegría, éxito, olor a
colonia Evons ( comprada al cómodas cuotas semanales o de vez en cuando),
ocultando en los más recónditos parajes, abandonados a su suerte, trashumantes,
pordioseros y parias engendrados por la derrota ante el sistema.
¿Usted es mayor de 18 años?, pregunta la enganchadora de chamba services, a Carlitos-Si,
si señorita- , ¡Ah!..no parece…se te ve más chiquillo, casi con tono coquetón,
le responde la susodicha, una muchachona ya entrada en los treinta y pico,
(como se dice en el argot), y prosigue-Pero no tienes nadita de experiencia, recién
salidito del colegio, más papel está en blanco, que otra cosa- espeta la
interrogadora, en medio de una sensación de vacío, pues es un edificio, de esos
con pinta de transnacionales, de 30 pisos o algo más, y justo, la entrevista es
en el último, en la puerta del firmamento. Carlitos abrumado , calla, “ Allí
está , siempre lo mismo, y así mis papis se quejan, yo quiero pero no me dejan,
a así no quieren que uno se pierda, que tal cojudez”, se dice hacia sus adentros,
hasta que vuelve la voz apasionada de la entrevistadora, ¡Bueno!... me has caído
bien, deja tus papeles y yo te llamo mañana…Carlitos entre desconfiado y
animado, se atreve a decirle, pero
señorita…!¡No no!...¡No me digas señorita, dime Laura, así nos entendemos
mejor, somos una empresa moderna, no nos gusta las distancias, ni las
etiquetas, ¿Entiendes?...el muchacho se desanima y sólo atina a implorarle ¡No
se olvides please!...¡Caramba echas tu inglés...está bien eso!, le responde en
prima y le reafirma, -No te preocupes si te llamo-.
Carlitos casi corriendo se va de frente al ascensor, por un momento, siente
que le ha caído de rechupete a la “tía”, sueña, se embelesa, ahora si….ya estoy
listo para la gerencia, con ilusión se reafirma. En pleno frenesí
autocomplacido, para el vehículo de marras y ¡Zas!, suben como 12 personas, el amiguito,
al ser delgado, agarra un espacio, medio apretado. Un espontáneo, canta, ¿Qué piso?
Y al unísono, la comunidad, le responde, todos vamos al UNO, ah ya. Pues allí es.
Por un momento, al comenzar la bajada, comienza la “pulseada”, entre
los habitantes de ese eventual “Room” común, dos venerables señoras, pasan
saliva, otras tres jovencitas, hablan sin cesar, del “guapo profesor” que ha
ido nuevito a su clase, un uniformado, adusto, seriote, tiene gesto de
desagrado, y así, todo un set de vidas y rostros, cuando en eso, ¡Plop!, se
para de improviso, la mencionada nave, la luz del ascensor se espasma, y cual,
fuerte aterrizaje, ya no se vuelve a mover y estalla el gran teatro del pánico,
las miradas se entrecruzan, se toca con desesperación, la alarma, nadie
responde, pasan los minutos, se sienten voces abajo o arriba, no se sabe ¡Están
bien no!...¡Los vamos a sacar…no se preocupen! ¡Paciencia!. ¡Paciencia,
paciencia, siempre lo mismo! A manera de explosión desahogada , exclama el más
regordete de esos pasajeros eventuales, de esas almas comprimidas, de esas
historia diferentes, dilatadas o contraídas, que comienzan a convertirse desde
ese momento, en parte del mismo juego, de la misma onda expansiva del error,
del desatino, pero, momento en fin.
Pasan minutos, ya va para media hora, las lágrimas comienzan a saltar
en muchos rostros, el ahogo, me ahogo y el ¡Pucha ya sabía!, ¡Me levanté con el
pie izquierdo! Otro habitué recomienda, -No hablemos, no desperdiciemos el oxígeno,
a mí me han dicho, que a veces, este rescate , puede demorar más de dos horas-,
-No seas malo, le refuta molesta una de las chicas-, que hacía pocos minutos
reía de lo lindo. En eso, uno de los silenciosos, a manera de reflexión mística
decreta-No nos preocupemos, nos van a sacar de aquí, Dios nos protege, confíen en
el-, todos se miran, se recorren, comienzan a descubrir, que es una celda, ni
más ni menos, están compartiendo humores, estertores, abandonos, están allí.
Los que estaban con sendos sacos y corbatas, se los han sacado, comienzan a
sentir los rigores del encierro ocasional y alborotado. Increíblemente, algo
contraindicado, o uno de los celulares, suena, ¿Qué? se auto pregunta
sorprendido el propietario del aparatito, y casi con el elan de la salvación
responde-Si Pochita, dime - ¿Que la tele está informando que hay gente
encerrada en un edificio?, ¡No te creo!... ¡No, no, no te preocupes, yo no
estoy allí, estoy en otro lado!
Se apaga el teléfono. Todos sorprendidos, uno
le reporta ¿Y porque no le dijiste que estabas acá?..-Bueno porque ella sufre
del corazón, es mi esposa, imagínate que supiera esto- . La dama sonrojada, la de más edad, se
le quiere abalanzar con la mirada, pero si eres zonzo, le hubieras dicho, como
estábamos, de repente se hubiera acelerado el asunto, otro terciaba, ¡Hasta nos
podrían haber visto vía satélite, total con todos los adelantos que hay! Y así,
así, perdiendo energías, pero, buscando la mejor posición, por si acaso, y tratando
de mejorar la apariencia, total, esa oportunidad se presenta una sola vez en la
vida, ¡Eran famosos! .
Carlitos, mudo, no tenía por dónde empezar, miraba con sorpresa y
curiosidad todos, como si los demás vieran en él un gesto cachaciento, su otro
yo, le comentaba, -Ahora sí , todos somos iguales, todos estamos jodidos, a
estos los quería ver, en mi casa me van
a creer, que estamos todos presos en el aire, que nunca podremos levantar ese
muro, que separa el bien del mal, la oportunidad de la desgracia, la mentira de
la verdad, todos somos iguales al fin, ya no más promesas, aquí acabó todo,
para quienes al mirarte jamás te saludaran, jamás podrán comprender, lo que es
tener poco y no poder obtener nada-
En plena tertulia inconsciente, el ascensor se comenzó a mover,
aparentemente a bajar con normalidad, hacia la meta, todos a querer acomodarse,
arreglarse, sacando los maquillajes de emergencia, ¡Nos espera la tele!..¡Seremos
los 12 de la nueva vida ¡…y en fila…y sin pausa…seguían sonando las sirenas de
ambulancias, de patrullas motorizadas, mezcladas con los clamores de la calle,
las orondas cabelleras de reporteras escaneadas, de galanes encumbrados…Carlitos…allí..Saliendo,
silencioso, perfil bajo, inmutable, sin pretensión alguna, a esperar la ansiada
llamada prometida. ¡Todo sigue girando afuera!
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