Pantallazo No. 36 : ¡A solas...!


Pantallazo No. 36
¡A solas…!
Por: Marcial Guillermo Pérez Herrera
Va cayendo la noche, quizás, parece, más rápido que de costumbre. Estuve navegando en esta mezcla de delicia y enturbiado vicio, que es el internet, las redes sociales, el 2.0 y todo aquello que la generosidad del destino me permite acceder, luego de sendas cirugías, a mi talón de Aquiles, el sistema digestivo, dos, en tres años, sendos cortes, y prolongadas recuperaciones, no es poca cosa, bajar el ritmo de la degustación alimentaria, ponerle freno a esa delicia llamada “Pisco Sour”, si hasta un record batí, en su momento ,13 de sopetón,  en un miraflorino raid, de esas noches, de aquellas, con pelea conyugal incluida y refugio final en un  “Pub”, le dicen, más parecida a la “chinganita” del barrio, en fin, hacer otra vida, sobre la marcha.

Quizás eso explique lo especial de ese momento, que cada vez, son mayores, un diálogo conmigo mismo, con mi pasado, de todas las formas y colores. Me aprieta el subconsciente, los recuerdos del ayer, salen, cual efluvio celestial, lo bueno vivido, las tiernas tardes, en casa paterna, el cuadro de felicidad reinante, mamá, papá, mi querido Roberto, único y siempre vívido hermano. De cómo, nos transformábamos, de manera polivalente ,o, en músicos impenitentes, con batería e instrumentos musicales, adaptados, con juguetes , ollitas y todo tipo de aparejos disponibles en el hogar ,o, en inefables narrador y comentarista de futbol, cada rol , para cada hombre, fantaseando, haciendo de soldaditos de plástico, jugadores imaginarios, del deporte de masas, ensalzando ídolos, derribando mitos,  claro está, aprovechando las ausencias, de los papis, que estando más grandecitos, aprovechaban, esos pequeñitos tiempos, para, seguramente, recorrer unos pasitos juntos, lejos, afiatando las ternuras de los tiempos vividos, de las juventudes candorosas y cubiertas, cual dulce de almíbar, de amor , de total amor, claro, éramos producto inefable de esa posibilidad dibujada en sus corazones, desde el primer momento, desde el primer día, que esa relación nació, entre el apuesto, joven, músico mimado, galán empedernido, trabajador, ex dragón de Palacio de Gobierno, que se convirtió en mi papá, dorado de luces y la tierna, hermosa, casi adolescente, pero curtida con la faena proletaria, la política, el partido, el periódico apretado, entre sus brazos, que gracias a la vida, fue mi mamá.

De verás, que catarata incesante, las visitas a la playa, con nuestras amiguitas, hijas, de  una entrañable familia amiga, todos bien acomodados, en el camión descubierto, de su padre, Don Perico, artesano de palabra y obra, ducho , sincero. Una vez, en Agua Dulce, o, Ancón,  pues , lo máximo,   chapuzones, una y otra vez, divertidos juegos acuáticos, fantasiosos, colectivos, mi hermanito, reacio al "olón", haciendo tranquilito castillitos  de arena, haciendo lo que le divertía mucho, verme hacer mil y una travesura, creo que cuando, llegó a mí, él sabía, que iba a ser más que actor principal, mi indescriptible cómplice de algaradas, y, entuertos infantiles, de travesuras sin final, de imaginarios, hechos de a dos, de veras, creo que nunca perdimos eso, como cuando, ya grandes, tomamos unos minutos de soledad, compartida, y, casi con alguito de vergüenza, comenzamos a jugar con nuestros soldaditos, si con los mismos del ayer, quizás con la nostalgia, de haber crecido ,antes de tiempo, de saber, que el mundo era más duro, de lo que conocimos, que jamás debimos separarnos, en fin, de todo aquello, que nos hizo escribir, ese libro de sorpresas llamado vida.

Estoy “chismoseando” las últimas noticias de la madrugada, en esa comunión solitaria de mi cuarto compartido, de virtualidad, de circulación de millones y millones de datos, noticias, imprevistos, crueldades y alegrías de un orbe de convulsa figura, y, debo parar, si es necesario, aunque no garantizo, que el sueño me acompañara en el tálamo sereno del presente, quizás, jamás ya podré ser sólo yo, corpóreo, real, sino, más bien, el compartido de mi existencia y mi otro ser que se hace viviente, a cada minuto, a cada segundo, de a de veras y en directo, cual programa de una tele impronta y lujuriosamente urbana.

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