Y un buen día, Humala cambió (Por : Francisco Pérez García)


Y un buen día, Humala cambió

Ajuste de gabinete en Perú
La Razón / Francisco Pérez García, es editor de Spacio Libre-Perú (www.spaciolibre.net).
23:07 / 17 de diciembre de 2011
Un fenómeno extraño viene sucediendo en Perú, donde los medios de comunicación manejados por los grupos de poder han dado un increíble vuelco, en respaldo a la figura del presidente Ollanta Humala, quien luego de cuatro meses y medio de gobierno tomó dos medidas drásticas, que al parecer generaron cierta simpatía entre los sectores que no ganaron las elecciones:
1) Decretar un estado de emergencia en la región Cajamarca, en la zona norte del país, donde se desarrollaba una protesta contra la empresa minera Yanacocha, por su intención de ejecutar Conga, un nuevo proyecto aurífero que amenaza el ecosistema de la zona cercana a la provincia de Celendín; y 2) Cambiar a más de la mitad de su gabinete ministerial, incluido el jefe de éste, para producir un nuevo capítulo de su gobierno con una aparente mejora en la coordinación entre los titulares de cartera, toda vez que con el caso Conga cada ministro decidió tomar una posición distinta a la frase presidencial de “Conga va”.
Fue precisamente esa frase la que generó más de un malestar entre quienes consideran que la extracción minera pone en riesgo las fuentes de agua cercanas a las áreas donde la minera realizará sus trabajos. Frente a ello, el presidente del gobierno regional de Cajamarca, procedente de las filas del izquierdismo “más radical” del país, convocó a un paro en el departamento que duró cerca de una semana, con una mesa de diálogo promovida por el entonces presidente del Consejo de Ministros, Salomón Lerner.
Inmediatamente, los medios de comunicación que denostaron la campaña de Humala en beneficio de Keiko Fujimori, la hija del exdictador Alberto Fujimori (hoy en prisión por delitos de lesa humanidad y corrupción), exigieron a Humala poner fin con la “insubordinación” y de paso se encargaron de enrostrarle a los manifestantes las etiquetas de siempre “antisistemas”, “rojos que no quieren el progreso”, y hasta rescataron el pasado de uno de los dirigentes del Frente de Defensa que cumplió una sentencia en prisión por delito de terrorismo.
A estas alturas del partido, ya un grupo de ministros exponía su incomodidad frente al proyecto Conga, un asesor de la presidencia del Consejo de Ministros y amigo de Humala tuvo que dejar el cargo por decir que apoyaba el paro de los campesinos cajamarquinos, mientras que los titulares de Energía y del Ambiente (Carlos Herrera y Ricardo Giezecke, en ese momento, respectivamente) entraban en contradicciones frente al estudio de impacto ambiental del proyecto Conga, que en más de 16 mil páginas aproximadamente resumía los beneficios de la exploración y explotación minera cerca de una cabecera de cuenca.
El domingo 4 de diciembre, Lerner estaba en Cajamarca tratando de levantar el paro, en una mesa de diálogo cuando pasada las 20.00 anunció que el acuerdo no prosperaba y entraba en espera por la decisión de los dirigentes de no firmar los consensos. Minutos después, el presidente Humala anunciaba el estado de emergencia “por la intransigencia de algunos dirigentes”. Todo esto en el primer día de la mesa de diálogo.
Cuando el sábado 10 empezó a correr el rumor de que Lerner dejaba a Humala, y con él los ministros provenientes de la izquierda, parecía difícil creer: su amigo por años y puente de referencia con los empresarios abandonaba el barco a casi cinco meses de la gestión. Lo siguiente, fue el devenir de una serie de actos del Presidente y que, como dijo The Economist en su momento, mostrarían a un Humala que no es muy pegado a los principios políticos.
El estado de emergencia, en nuestra psiquis colectiva, está vinculado (por experiencias de gobiernos anteriores) a militarización de las zonas de conflicto y un quebrantamiento de los derechos básicos de las personas e incluso represiones a gran escala. Ese temor hizo que todos voltearan de inmediato donde el ministro del Interior de ese momento, Óscar Valdés, un exmilitar que fue instructor de Humala en sus épocas de soldado y quien, según diversas versiones periodísticas, era uno de los principales rivales de Lerner dentro del gabinete.
Valdés fue nombrado como sucesor de Lerner y con él nueve ministros más juraron como flamantes titulares de cartera. La preocupación está en los trascendidos que hablan de un Valdés responsable del apresurado estado de emergencia, además de promover los giros aparentemente radicales y militaristas, y de un Humala que podría dejar salir el soldado que lleva (no tan) adentro.
Después de ambas medidas, los medios que ayer lo vapuleaban hoy lo celebran y saludan su “mano dura”, la misma mano dura que le permitió por años titulares bondadosos al hoy preso Fujimori, y al segundo Alan García de reciente paso por el gobierno nacional, gobernantes con los cuales algunos sectores no se sintieron incómodos y que hoy ven en el Humala de cinco meses ya no al inseguro y radical “izquierdista seguidor de Hugo Chávez”, sino a un gobernante cuya “fuerza” para tomar decisiones, respaldado por un jefe ministerial que no tiene mucho temor en recuperar para el gobierno, la verticalidad que funciona en un cuartel. Esto con un ministro de Economía querido por los empresarios que pregonan las bonanzas del crecimiento económico, y otros que complacen a los grupos de poder en el país, que no pretenden alejarse de las decisiones que se toman en el Palacio de Gobierno.
Humala, el del polo rojo, el que pedía a los cajamarquinos hace años hacer un paro para protestar por la explotación de sus recursos, parece haber dicho “hasta aquí nomás”, ha dado un (no muy) leve giro de timón a la derecha y ha optado por rodearse de gente que, según trascendió tras la crisis ministerial, “sea más de perfil bajo y no figure tanto”.
Mientras la sociedad civil se encuentra alerta, lista para salir a las calles si Humala se pone la bota o decide ser una versión recargada de gobernantes pasados, caracterizados por su poco respeto a los derechos de los que no están de acuerdo con el sistema.

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