PANTALLAZO No. 28 : EL AMOR POR GOTAS

PANTALLAZO No. 28 : EL AMOR POR GOTAS
Por: Marcial Guillermo Pérez Herrera
Quizás si hoy fuera el último minuto de mi existencia, me iría entristecido y arrinconado a un laberinto de salida insospechada. Quizás si tuviera que escoger entre el dilema de la sepultura y el aliento de la brisa fresca de mis existencias, dejaría la última sin perder sentido. ¡Oh soledad que acompañas mis noches, mis días sin descanso, sin fatiga! , aquella glosa de una cantante conocida, que no puede escapar de mi sinrazón y de mis letargos, convertidos en eterna espera, tal vez, sin esperanza, quizás en agonía y sin auroras que alumbren, pero si, con crepúsculos de añoranzas sin respuesta y sin motivo.
He sentido hoy, ciertamente, motivado por extrañas fuerzas, quizás espirituales, tal vez, cósmicas o arrítmicas, que mi dosis de amor, está suspendida, invertebrada y ausente, hasta nuevo aviso, lacerante. Me encuentro atrapado en la sinrazón de la melancolía, producto de meses y meses, y, años, de espera, de cambio, de eficaz salida, o tal vez, de permanente culpa, de algo que pudiera, haber hecho en presente, pasado o futuro o en las enredadas cuevas, de mi subconsciente, que por momentos, me abandona, me condena a una caída libre sin encontrar respiro.
¿Es acaso que mis acumulaciones de tiempo, en venas, arterias y piel, me juegan una carta marcada? ¿Vienen desde aquende los infiernos, las melodías farisaicas de la tristeza, envuelta en marchitar y olvido? ¿Son los cerros encumbrados del ideal perdido, la traición permanente de un cariño escondido? En verdad, ¡No lo sé!, no puedo saberlo, ni resolverlo, en las vistas de todos los días, que sólo me muestran desencanto y avieso cálculo comprimido, de entregar , cual, jeringa de morfina a moribundo gotillas de amor, cual rocio cómplice y tímido de una fugaz mañana, cual vientecillo suave e inolvidable, entre ceja y ceja, entre frente y cabello deshojado, entre brumas, un momento , tan corto, tan efímero, como el clímax de segundos de siempre recordados placeres, envueltos en entrega , sin retorno, en rato crucial de encontrarse con lo más inimaginable de la proeza humana, como el velo que descorre y encuentra la más bella imagen jamás soñada.
Gotitas y más gotitas, que no saben, ni quieren ya, inundar, este corporal segmento y su vulnerable ánima, gotitas de ternura, que deben ser saboreadas y a la vez retenidas, para que no se pierdan, como vital agua, a perdido Ismael en el desierto de las intrigas y de celestial u oficial abandono .
¿Debo conformarme? ¿Debo de vez en cuando, apreciar la inmensidad del amor, en estas comprimidas y a veces hasta virtuales briznas? ¿Es asi como debía terminar mis días? ¿Es de esta manera, que se le rinde culto a perder los cimientos de una laguna cristalina que siempre bañó y acarició mis sienes, y mis cuitas, de inmensidades cariñosas? No, en verdad que no, puedo aceptar sin respuesta, sin frontal y abierta medida, este designio, esta profecía autocumplida, ¿por mantener las formas y las rigideces de un clan vital que no existe? ¿Por parecer ordenado y “limpio”, en esta etapa, donde muchos te pueden ver como rezago de testimonio fallido o desecho social desprovisto de sentimientos y necesidades de vida?
 Quiero reconocer, que perdí mucho, tal vez confianza, tal vez riqueza de audacia, o quizás desestimé “pecados” de ambrosía, que hacen rehuir de mis reflejos esenciales, las bondades de ser querido.¿ Mi rostro adusto? ¿Mi pecho inhiesto? ¿Mis rodillas de hinojos? ¿Mis palabras sin brillo?, ¿Mis enojos? , ¿Qué pues, me deja sin nada, al venir la noche y fugarse el día? ¿Qué pues interrumpe mis descansos de noches combinadas de espasmo y de locura? ¿Qué puede sacarme desde dentro, estas estacas que me corroen, lentamente, sin fatiga, sin apuro, hasta convertirme en árido y apocalíptico reducto? .
Nada, no se, nada parece tener salida, hay sequia de amor, hay plagas bíblicas en mi ser, que dejan una vez más en el olvido, en la duda sin respuesta, la posibilidad, esa posibilidad necesaria y postergada, de encontrar la paz enriquecida de miel y agradable sensación, sin precio, ni destino ignoto, de saberse amado, de tener en el descanso, esa mirada que te recorra y te haga partícipe, de un río generoso de besos de terciopelo y caricias de inalcanzable firmamento.
Decrepitud mental, carroña material, ¡Cuántos crímenes se cometen en tu nombre!

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