PANTALLAZO : LA NECESIDAD DE DESCUBRIR EL ALMA

PANTALLAZO No.26: LA NECESIDAD DE DESCUBRIR EL ALMA

Por: Marcial Guillermo Pérez Herrera
Siento que los años no tienen nombre, aparecen descolgados de una seca palmera, de mar caliente atrofiado y somnoliento, como el escenario renegado de la negada paz y el tortuoso sueño. Desfilan una y otra vez, los recuerdos, las imágenes del ayer, las esperanzas derretidas, los olvidos agresivos, las manos extendidas, golpeadas por el zarpazo brutal de la traición y la duda.
Todo aquello, que en las noches, aquellas noches, sin sentido, de un cuerpo que blasfema, de tanto ser olvidado y oprimido. Las tinieblas del no ser , las fatigas de una lucha sin sentido, los dilemas de amor incomprendido y la triste sensación, que perdí mucho y recuperé poco de los sueños escondidos, de las risas ofrecídas, descubriendo en su máscara , sinrazón y bellaca hipocresía.
Donde, pero donde, perdí la posibilidad de encontrar bondad y abierta complacencia por la sentimentalidad y el buen vivir, ¿sólo farsas? ¿Sólo oportuno gesto de complacida avaricia? Se fue, se fue, el campo verde de mi cálido nido, desperté solo en la oscura noche de ausencias y sin sentidos, nada quedó de lo que me hizo feliz sin trascendidos, ni molestias. Quizás fui cobarde, desatendido, estúpidamente sedentario y civil oprimido. ¿No hubiera sido mejor saltar el estrecho canal del riesgo y la audacia convencida? , ¿No hubiera resultado desdeñar promesas y aceptar mentiras? ¿O tal vez, dejando caminos de aparente armonía, levantar las cimas de un tormentoso, pero placentero destino? De verdad, no sé. Mentiría a mis torturados sentidos, si tuviera respuesta por ello.
Me preguntaba siempre, como iba a ser el camino, imaginé muchos libretos, muchas salidas, innumerables fantasías auto complacidas, mas, la realidad brutal y por momentos terriblemente injusta, fue mayor, que las cuitas de la niñez, o, los placeres de adolescencia erguida. ¿O no será que jamás he llegado a comprender a la raza humana, desdeñosa, sorpresiva y bíblicamente utilitaria y desertora? ¿O quizás, resulté, sin saberlo, un desadaptado, equivocado de historia, de tiempo, de misericordiosa pena? ¿O será verdad esa pesadilla melancólica, que cual celador me persigue, de casas blancas, enormes y vacías?
Pareciera que en estos últimos instantes de acontecer, de hace poco, de hace meses, de hace minutos y pálidos segundos se me fue desgajando el corazón por el camino, cual, doliente y masacrado cautivo de bestiales represiones y horribles cercenamientos. Siento muy débil el corazón de mi razón, casi abierto, cual herida, sangrante e incontenida, vivo deambulando en el tenue penunmbroso de los olvidos, forzados castigos y desesperados refugios. Siento que me dejan desvalido y tembloroso, saltan mis lágrimas, inevitables, frías y moribundas. Pasan cual sombras las personas que me rodean, parece que pierdo el horizonte de lo mortal, para ir ingresando, perdido, autómata, al uranus de la etérea inexistencia, al misterio impostergable, del lado oscuro, del hades tan temido y a veces tan esperado.







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