PANTALLAZO No. 22 : LA INEFABLE, INEVITABLE Y ATACANTE SOLEDAD

PANTALLAZO No.22
LA INEFABLE, INEVITABLE Y ATACANTE SOLEDAD
Por: Marcial Guillermo Pérez Herrera
Estoy viviente, caminando, percibiendo los aromas, los olores, las caricias del ocaso y las bienaventuranzas de la aventura humana, pero, si y allí viene el pero, me voy ladeando sin sentido, cayendo en profundidad, cual cráter invisible en mi camino, y, allí está, como siempre, o como nunca, la soledad, nombre de mujer, meliflua y quisquillosa, coqueta y arrebatadora con las sienes del olvido, hasta encontrar sinrazones a montones, justificaciones de insensatez dolida.
¡Hay soledad! que me intrigas cuando menos espero esa condición altiva y cuasi móvil, que enredas las horas de mi sueño ungido y recuerdas a cada instante el dolor resarcido, las heridas abres , a pesar de resistencias mías, implacable, persistente y aguerrida , desafiante , porque sabes que armas de ofensiva, de lejos te sobran para exigir castigo. Me encontraste muy temprano, casi en el inicio de los latidos de mis días, pretexto fuiste para buscar en desesperanza refugio escondido, malestar permanente de las noches en las que dormir deseo.
Has sabido encontrar mis secretos, uno a uno, los de rosa, de rojo pasión o de negro pésame aprendido, alentando mis desesperaciones, por doquier, a cada esquina, en cada movimiento, por ingenuo o calculado en el transcurrir de lo aprendido y en el vaivén inexpugnable del incierto ruido. Vaya que si alguna vez, pretendí escapar de tus turbios planes y de tus crespos fluidos, sólo me llevó a tenerte, de cerca, cada vez más cerca, hasta intentar extinguirme, despiadada, pálida para actuar después de velada intensa y carcomida, mas, con la tranquilidad pasmosa del que ya encontró a su fugitivo perdido.
Recordaré cada mañana que me hiciste frío, cada amanecer soñoliento y escarnecido, cada medianoche magullada de insomnes sonidos y extrañas criaturas de invitadas enloquecidas. Hay mi soledad, cuantos crímenes podría cometer en tu nombre, cuantas veces, a jirones me quisiera arrancar las carnes de mis avanzados huesos, los nervios de mis acantonados miembros, hasta de un paso, pedirle perdón a la alegría y compasión a la tristeza.
Encima soledad, te leo en los ojos ahogados del doliente, que la mano estira, cual reflejo, casi moribundo de un destino yerto, te respiro en los aires nauseabundos de burguesa urbe, envenenando generaciones y futuras esperanzas de recién nacidos, sufro soledad al leer los impresos de todos los días que anuncian seres que sucumben al fuego cruel del arma arrojadiza o de fusil inhiesto de soberbia fascista y totalitaria; de veras que me debiera sublevar , cuando dejas sin soporte de esperanza, a quienes sólo saben gemir de plena entrada al abismo de sus frustraciones y olvidos.
Soledad, más que hoy, tal vez ayer, te pareces en las letras de mis escritos silabarios, de mis entrenamientos de escolar precoz y de ensayo de académico encallecido, de mente que agita, de manos que encienden , de labios que musitan, o, tal vez vociferan de justicia, cuando, lo que encuentran son paredes amorfas y clandestinas, avivando letreros de marketing burlesco y precavido, que nada , ni nadie, cambiará lo que pareciera está escrito en los muros de explotación histórica y trascendente, tramontana y parodialmente invencible, cuando no, pagando pequeñas derrotas con sanguinolentas espoletas de pólvora y plástico explosivo.
Sabes, quisiera que te fueras, muy, pero muy lejos, “for ever” “long, long time”, pues estarían cerca las desmemorias, de mis células prohibidas y los jaques satíricos de mis débiles columnas y mis letales ingestas de alimentos envilecidos, por la química de un sistema adormecido en drogas de nefasta procedencia y subalterna economía. Mas, tu sabes que este ring, este cuadrilátero sin paredes medianeras, jamás terminará, pues somos dos caras de misma moneda, de dudosa herejía y malformada sapiencia, barajando cartas, cual gitanos conocidos, de por siempre y batallando desde anteriores existencias y reencarnadas vidas. ¡ Veremos! en los escalones que faltan, no se si hacia arriba o hacia abajo, en que queda nuestra lid, amedusada y vieja enemiga, que de tan cerca tenerte, terminemos, tan juntos como las células progenitoras de la primaria alga marina
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