La resiliencia del empleo en el Perú
Por: Gustavo Yamada (Economista*)
Miércoles 10 de Marzo del 2010
Resiliencia es un término adoptado de la psicología a la economía que denota la capacidad de un país de resistir contextos económicos adversos. Como sabemos, la tasa de desempleo se ha disparado en casi todo el mundo. En Estados Unidos aumentó de 4,5% a 10%. En España, el paro se ha multiplicado de 8% a 20%. En nuestra región el deterioro también es evidente: el desempleo en Chile cruzó la barrera del 10% en el 2009, luego de haber estado por debajo del 8% en años anteriores, y en Colombia alcanzó el 12%.
En contraste, la tasa de desempleo de Lima Metropolitana, medida oficial del país, no ha aumentado y se mantiene en un 8%. Tampoco se ha experimentado incrementos en el peruanísimo concepto de subempleo, tanto por ingresos insuficientes como por horas limitadas de trabajo, situándose en un 45% de la fuerza laboral. Esta resiliencia del empleo peruano se explica porque el crecimiento económico anual, si bien se desaceleró drásticamente, no llegó a ubicarse en el terreno negativo como en otras latitudes, gracias a la política económica contracíclica. Asimismo, contribuyó a la causa el hecho de que el consumo privado continuara creciendo en el 2009.
La generación de empleo formal en empresas de 10 y más trabajadores se redujo ligeramente en el primer trimestre del 2009 para luego estabilizarse y crecer hacia el final del año. Hubo reducciones específicas en la industria textil y en la agroexportación que fueron compensadas con la expansión en el empleo en comercio y servicios, fenómeno que siguió aunque a un menor ritmo.
Se trata de la primera crisis global sin impacto negativo en el empleo local (la anterior recesión de 1999 al 2001 redujo el empleo formal en 15%). Debemos sentirnos aliviados por esta fortaleza peruana, pero no perder de vista que persisten problemas estructurales en nuestro mercado de trabajo, como la elevada tasa de desempleo juvenil (más del triple que para el resto de la fuerza laboral) y la alta informalidad laboral, que deben ser atacados con más reformas legislativas y programas de empleabilidad.
(*) Profesor de la Universidad del Pacífico
Por: Gustavo Yamada (Economista*)
Miércoles 10 de Marzo del 2010
Resiliencia es un término adoptado de la psicología a la economía que denota la capacidad de un país de resistir contextos económicos adversos. Como sabemos, la tasa de desempleo se ha disparado en casi todo el mundo. En Estados Unidos aumentó de 4,5% a 10%. En España, el paro se ha multiplicado de 8% a 20%. En nuestra región el deterioro también es evidente: el desempleo en Chile cruzó la barrera del 10% en el 2009, luego de haber estado por debajo del 8% en años anteriores, y en Colombia alcanzó el 12%.
En contraste, la tasa de desempleo de Lima Metropolitana, medida oficial del país, no ha aumentado y se mantiene en un 8%. Tampoco se ha experimentado incrementos en el peruanísimo concepto de subempleo, tanto por ingresos insuficientes como por horas limitadas de trabajo, situándose en un 45% de la fuerza laboral. Esta resiliencia del empleo peruano se explica porque el crecimiento económico anual, si bien se desaceleró drásticamente, no llegó a ubicarse en el terreno negativo como en otras latitudes, gracias a la política económica contracíclica. Asimismo, contribuyó a la causa el hecho de que el consumo privado continuara creciendo en el 2009.
La generación de empleo formal en empresas de 10 y más trabajadores se redujo ligeramente en el primer trimestre del 2009 para luego estabilizarse y crecer hacia el final del año. Hubo reducciones específicas en la industria textil y en la agroexportación que fueron compensadas con la expansión en el empleo en comercio y servicios, fenómeno que siguió aunque a un menor ritmo.
Se trata de la primera crisis global sin impacto negativo en el empleo local (la anterior recesión de 1999 al 2001 redujo el empleo formal en 15%). Debemos sentirnos aliviados por esta fortaleza peruana, pero no perder de vista que persisten problemas estructurales en nuestro mercado de trabajo, como la elevada tasa de desempleo juvenil (más del triple que para el resto de la fuerza laboral) y la alta informalidad laboral, que deben ser atacados con más reformas legislativas y programas de empleabilidad.
(*) Profesor de la Universidad del Pacífico
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