PANTALLAZO No.9 : CUANDO SE PIERDE LA COMPASIÓN

Por : Marcial Guillermo Pérez Herrera
Dice el diccionario que la compasión es el sentimiento de lástima o ternura que se siente por la desgracia ajena. Obviamente es de naturaleza humana, de fibra íntima de quienes nos consideramos mortales, ser militante de este valor , sin embargo, la dureza de la trajinada fiebre social, viene derrotándola, desde los escenarios más elevados, los llamados pináculos del poder oficial , hasta la última figura del acontecer diario, el de siempre, el que opera en cada uno de los minutos de transcurrir que nos toca vivir.
Desde la insensibilidad de solventar crisis del gran capital, con los sudorosos billetes que provienen de mucho trabajo forzado, mascullante de cólera irreverente, por la sobre explotación, la prepotencia y la arbitrariedad de los esbirros del sobreprecio y ganancia interminable, golpeando pulmones, quebrando sueños de futuro; hasta, los ojos dormidos, de quienes en los vehículos de transporte público, ignoran a una doliente mujer que peinó años y sabiduría con el transcurrir del tiempo, pero, que en ese intento, las fuerzas y la suficiencia fisica la abandonaron.
Hay falta de compasión, encopetada y adocenada, que maltrata a quienes giran alrededor de algún ajedrez " power show", que linda en el cinismo, el egocentrismo arrobador, paranoíco e insoportable, en nombre de decisiones politicas y económicas, que no distinguen efectos de largo plazo, en miles de seres y almas, condenadas a la sinrazón y la deseperanza,. También encontramos la negación del sentimiento de lástima, cuando encontramos a verdaderos "cuchilleros", parapetados en los medios de comunicación masiva, que juzgan a priori a quienes siquiera han tenido la inicial oportunidad de defenderse, o es peor, desentierran tumbas de justos, para ensañarse con sus defectos en vida o sus opciones de convivencia. En nombre de la libertad de opinar se acribilla amansalva con el fúsil de la tinta y la imprenta, o la granada de la cámara diletante, a quienes sólo tienen como pecado, vivir a plenitud lo que sienten, creen o estiman. Asi de brutal es la impiadosa cacería de los furtivos con licencia y los carceleros de las ideas y las formas de pensar o el derecho a ser diferente.
Es difícil , ciertamente, entender estos desentrañamientos , pero tampoco debemos caer en sus trampas y veleidades. Creo que la mejor forma, es asumir que jamás seremos perfectos , pues constituye nuestra génesis, nuestra derrota, nuestro castigo, mas también, se convierte en nuestra mayor virtud para doblegar obstáculos, emplazar retos y desafiar cualquier cumbre, por escarpada que sea .
Esta disyuntiva permanentemente, nos pondrá en las manos, la caricia oportuna en el desvelo, la sonrisa apropiada en la sombra, que cubre los rostros de tristeza, el tono de voz dulce y aquietado que aminore los efectos del escondido sufrimiento, que un ser de nuestros compartires
intenta ocultar sin lograrlo; hará ágiles nuestros reflejos para cubrir al compañero, al amigo, al hermano , en los momentos de sinsabor, decepción o traición descarriada; nos hará más dúctiles a perseverar en las confluencias; antes que en las disensias, en las unidades amplias versus los afanes divergentes y disociadores; nos hará más pacientes ante los soliloquios, las aventuras sin retorno y los pseudo liderazgos, que finalmente son polvo que lleva el viento y devenir sin retorno.
Apostemos mucho más por la compasión, sin caer en las ingenuidades, ni en los misticismos ramplones, que suelen ser más extravagancia y figuracionismo, que realidad certera. Seamos cada vez más objetivos al pensar, más modestos al actuar, más ecuánimes para opinar, cuidadosos en el razonar y cautos en el reflexionar. Mucho ganaremos para convivir, mucho más para persisitir en la grandeza y continuidad de la mente y la obra humana.

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