OPINIÓN : DOS AÑOS DE SOLEDAD

Dos años de soledad
Por Augusto Álvarez Rodrich
Cortesía : La Republica.pe
Javier Velásquez Quesquén como premier.
Una señal de que el gobierno aún no se ha recuperado del tremendo sacudón que le propinó la turbulencia del último par de meses es la versión –casi confirmada al momento de enviar esta columna– de la designación de Javier Velásquez Quesquén como nuevo presidente del Consejo de Ministros, y de varios apristas y apristones en otras carteras.
Principalmente, porque transmite la sensación de un gobierno –y de un presidente de la República– cansado, desconfiado y con necesidad SEASAP de refugiarse en sí mismo en vez de dar señales de apertura cuando más requería hacerlo.
Lo mismo habría producido el nombramiento de José Antonio Chang –convertido en ‘premier-mentiroso’ en estos días– como reemplazo de Yehude Simon, pues –al igual que Velásquez Quesquén– habría dado la sensación de más de lo mismo, de ‘Rocky VIII’, de capítulo repetido de telenovela, en fin, para decirlo de un modo claro y directo, de gobierno al que ya se le acabaron las ideas, y de que Agustín Mantilla tuvo razón al anunciar que, al final, vendría el abordaje aprista.
Para la pretensión expresada ayer por el congresista Mauricio Mulder de que la segunda administración aprista es “el mejor gobierno de la historia del Perú”, podría haberse esperado algo radicalmente diferente para el tramo final.
Velásquez Quesquén trae en el ‘haber’ un estilo personal afable y bonhomía para dialogar con sectores que no son apristas, lo cual siempre es una virtud en la política. En el ‘debe’, sin embargo, trae una gestión como presidente del Congreso en la que no se avanzó –se retrocedió, más bien– en la transparencia con que los parlamentarios manejan los recursos.
Pero el problema central de la designación de este otro lambayecano en la PCM es su dependencia absoluta y disciplinada, sin dudas ni murmuraciones, frente al presidente Alan García, en un momento en el que hubiera sido oportuno alguien con voz propia y que no pareciera un chicheñó del jefe del Estado, justo lo que acabó sepultando el premierato de Simon.
Esto no significa que los apristas no deban participar activamente en el gabinete ministerial y en el gobierno en general.
Al contrario, ganaron la elección y se necesita su respaldo. Pero en un cargo crucial como la Presidencia del Consejo de Ministros era vital responder a la necesidad de gobierno amplio para salir del atolladero del último par de meses y, también –no olvidarlo– responder a la votación amplia no aprista que llevó a García al poder.
Con Velásquez Quesquén en la PCM y Luis Alva Castro en la presidencia del Congreso, el régimen se percibirá más aislado que nunca, será el reino del SEASAP, y de aquí al 2011 va a parecer dos años de soledad
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