ENTREVISTA A ÁNGELES MASTRETTA

"Estoy contenta con lo vivido”
Ángeles Mastretta Sobre sus libros, sus maestros y su posición feminista.
Por Gonzalo Pajares Cruzado -PERU 21
Ángeles Mastretta (México, 1949) me recibe en su habitación. Pregunta por su aspecto y quiere cambiarse de ropa para la fotografía. Quiere lucir siempre distinta. Pregunta si los colores de su ropa combinan. Es una mujer más atractiva que guapa. Y, conversando sobre lo bien que yo la encontraba, me dijo: “Uno es siempre su personaje”.
¿Por qué afirma esto?.
Porque uno vive con uno. Cuando me preguntan por qué escribo sobre mujeres respondo que lo hago porque vivo dentro de una. Tengo sus ojos y su modo de pensar.
Sus personajes son fuertes: unas mujeres que se van descubriendo y, luego, se rebelan. ¿Usted vivió este proceso
?
Sí. Lo viví, lo gocé y lo padecí; a veces, acompañada. Creo que, a la larga, estoy contenta con lo vivido.
¿Es feminista?
Sí. En esta época es una barbaridad decir que una no lo es. Yo estoy a favor del derecho de la mujer a ganarse la vida, a manejar su dinero, a decidir su destino, a convivir y a querer a quien le plazca, a mandar sobre su cuerpo. Creo que estos son principios contra los que no podemos estar.
¿Tiene al feminismo como ideología?
Sí. El feminismo es una militancia.
¿El feminismo como ideología lo ha trasladado a sus libros?
No. Yo no hago discursos ni doy sermones en mis libros. Lo que hago es contar una historia. Si en el camino en mis textos aparecen mujeres valientes, desatadas y que se buscan a sí mismas – con hombres que las respetan– quizás se presente una postura y esta puede calificarse como feminista, pero no es un discurso planificado a priori, no es un sermón.
Sé que es madre. ¿Fue necesaria esta experiencia para sentirse una 'mujer plena’?
Para mí, la maternidad resultó completamente necesaria. Llevo 30 años con mi pareja y, cuando empezamos, él no quería tener hijos. Por entonces, yo acepté. Luego, sentí la necesidad de tenerlos. Entonces le dije: “Te adoro pero quiero tener mis hijos. Si tú no quieres, yo voy a la calle y veo con quien los tengo”. Entonces, él acepto. Ser madre me cambió la vida, me dio razones para vivir de una manera distinta. Los hijos nos enseñan a envejecer con sabiduría y a no volvernos ancianos.

En Mujeres de ojos grandes, cuenta anécdotas de mujeres de su entorno.
Lo hice para saber quiénes fueron las mujeres que vivieron antes que nosotros, para imaginarme cómo eran. Nosotros cosechamos su trabajo. Descubrí que ellas se habían librado de la opresión sin ostentarlo demasiado.
¿Cuánto tiene de usted de la rebelde Catalina de Arráncame la vida?
Mucho y poco. Es inevitable que un escritor no esté en sus personajes. Cuando uno escribe entiende la frase de Flaubert: “Madame Bovary soy yo”. Soy Catalina y también mis personajes masculinos.
Usted ganó el Rómulo Gallegos
.
Sí, soy la única mujer que lo ha obtenido. Cuando lo gané me dio por llorar. Sentí que me llegó pronto, antes de los 50... y yo no quería envejecer.
Conoció a Rulfo.
Fue mi maestro en el Centro Mexicano de Escritores. Era tímido y generoso. Me hizo mucho bien y mucho mal. Le explico: decía que le gustaban muchos mis textos, pero no decía por qué. Entonces uno se quedaba en el limbo. Igual, nos hicimos muy amigos.
Además de Rulfo, ¿a qué otros escritores reconoce como sus maestros?
A los novelistas del siglo XIX y allí incluyo a Jane Austen. Me encantan Balzac, Stendhal... Tolstoi más que Dostoievski.
¿Qué le gusta de Austen?
La sencillez con la que cuenta, y cómo esta aparente sencillez tiene una postura vital que es profundamente irónica y cuestionadora. Todo sin hacer teoría, solo contando una historia.
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