ENFRENTAR EL TRABAJO INFANTIL EN TIEMPOS DE CRISIS : EL RETO DE AMÉRICA LATINA

Para no perder lo ganado, actores públicos y privados deben redoblar sus Esfuerzos
Enfrentar el trabajo infantil en tiempos de crisis: el reto para América Latina
Michele Jankanish, Directora del Programa IPEC de la OIT
Por: Michele JankanishDirectora Programa IPEC
En 2006, el Informe Global “La eliminación del trabajo infantil: Un objetivo a nuestro alcance” puso de relieve una tendencia alentadora de reducción del trabajo infantil –incluidas sus peores formas- en la región americana.
Durante la última década, América Latina y el Caribe es la región del mundo donde la reducción del número de niñas y niños trabajadores ha sido más rápida y significativa. La mayor parte de los países de la región han ratificado los Convenios fundamentales de la OIT sobre trabajo infantil. Además, la acción relevante que muchos estados de la región han llevado a cabo durante los últimos años ha puesto el tema del trabajo infantil en primera línea de numerosas políticas nacionales.
En la región, se ha tomado conciencia sobre la erradicación del trabajo infantil, no solo como una cuestión de cumplimiento de las obligaciones para con nuestras niñas y niños, sino también como una estrategia clave de reducción de la pobreza, de desarrollo y crecimiento.
A nivel regional, la
Agenda Hemisférica de Trabajo Decente es otro ejemplo de la importancia que los constituyentes de la OIT en América Latina y el Caribe otorgan a la eliminación del trabajo infantil.
Siguiendo la línea del Plan de Acción Global para Eliminar las Peores Formas de Trabajo Infantil, la Agenda Hemisférica ha establecido el mismo objetivo, pero con una meta temporal más ambiciosa para eliminar las peores formas de trabajo infantil en la región: pasando de 2016 a 2015. Busca, además, acabar con el trabajo infantil en general para el año 2020.
Hasta el momento, el trabajo realizado en la región con respecto a la erradicación del trabajo infantil ha producido una amplia base de conocimiento tanto en términos cualitativos como cuantitativos. La región ha generado un catálogo extenso de
buenas prácticas probadas de asistencia a las víctimas de trabajo infantil y a sus familias. Hay que destacar el papel de las organizaciones de empleadores y de trabajadores como actores clave de éxito en esta materia. Las redes de información a propósito de trabajo infantil, como el caso del Sistema de Información Regional sobre Trabajo Infantil -SIRTI, han sido decisivas para la diseminación del conocimiento sobre políticas y acción directa y para la concienciación a propósito de asuntos sobre trabajo infantil en general.
También es alentador ver cómo la idea de la cooperación Sur-Sur está tomando forma en América Latina y el Caribe, con el objeto de promover el intercambio horizontal de experiencias y buenas prácticas en el combate del trabajo infantil dentro y fuera de los países de la región. Esperamos que esta iniciativa continúe creciendo dentro de la región y se extienda a otras zonas del mundo.
La cooperación Sur-Sur debería considerarse un ejemplo del compromiso mostrado en América Latina y el Caribe hacia el logro del objetivo último de la erradicación del trabajo infantil, y también como un indicador de la buena disposición de compartir con otras regiones –particularmente África- las experiencias acumuladas en la región en la lucha contra el trabajo infantil.
La iniciativa Sur-Sur integra realmente el espíritu del artículo 8 del Convenio núm. 182, que pide a todos los Estados miembros que lo hayan ratificado que se ayuden recíprocamente en su aplicación efectiva.
Los retos que plantea la crisis para América Latina y el Caribe
A pesar de que los resultados obtenidos son importantes, el mayor reto que hoy en día tiene América Latina y el Caribe es consolidar los logros y continuar avanzando en esa dirección.
Es necesario asegurarse que un incremento en el número de familias pobres como consecuencia de la crisis financiera y económica no conlleve un aumento del trabajo infantil. Los recortes en los presupuestos nacionales de educación y protección social pueden comprometer los logros alcanzados en los últimos años.
Nos preocupa sobre todo la situación de los niños y niñas especialmente vulnerables: los más pequeños, las niñas, los indígenas y las niñas y niños en riesgo de entrar en situaciones de trabajo oculto.
Así, en este tiempo de crisis la OIT apela a sus constituyentes a hacer todo lo posible para asegurar políticas y estrategias de reducción de la pobreza, para que no se reduzca o corte la financiación para la educación de calidad para todos y las medidas de protección y ayuda a quienes sufren las consecuencias de la crisis.
Los efectos, no solo en la gente directamente afectada sino también en los países y su desarrollo económico y social, pueden ser devastadores y se pueden prolongar más allá de la propia crisis.
Sabemos que el trabajo infantil en el mundo se distribuye de manera uniforme entre niñas y niños, pero la situación de las niñas merece atención especial en cuanto a riesgos. Aunque las niñas trabajan mayoritariamente en el mismo tipo de actividades que los niños, algunas formas de trabajo infantil son predominantemente feminizadas.
En tiempos de crisis económica, existe un riesgo real de que aumente el número de niñas y niños constreñidos al trabajo infantil. El incremento de la pobreza como resultado de la crisis actual puede forzar a familias pobres a tener que elegir cuál de sus hijos o hijas permanecerá en la escuela y cuál tendrá que dejarla. Muchas sociedades y culturas otorgan mayor valor a la educación de los niños varones. En este contexto, las niñas enfrentan un mayor riesgo de ser retiradas de la escuela e insertadas en el trabajo.
Es importante prestar atención especial a la situación de las niñas e invertir en su educación como una forma eficaz de afrontar la pobreza y ofrecerles una alternativa al trabajo infantil. Los gobiernos y los interlocutores sociales de América Latina y el Caribe deben permanecer alerta para que la crisis no mine los logros y para que las niñas de la región no paguen las consecuencias.
El IPEC ha establecido una serie de metas a corto y mediano plazo, que nos mostrarán si continuamos bien encaminados hacia la erradicación efectiva del trabajo infantil en el mundo.
Una de esas metas es ver una región “Libre de Trabajo Infantil” en esta década y nuestras miradas están puestas en América Latina y el Caribe. Es necesario construir sobre los logros de los últimos años y actuar sobre la base de los claros compromisos propuestos en la Agenda Hemisférica de Trabajo Decente.
El compromiso político consecuente, la concienciación generalizada y la acción comunitaria serán decisivos.

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