El Papa Benedicto XVI hizo hoy un llamado a la paz en todo el mundo y condenó la escalada de violencia en Cercano Oriente.
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El Papa celebró este jueves la misa de inicio del año 2009 en la solemnidad de la Virgen María y lanzó un nuevo llamado a la paz en la franja de Gaza, tierra convulsionada por los enfrentamientos bélicos entre israelíes y palestinos.
“A la Virgen confiamos el profundo deseo de vivir en paz que sale del corazón de la mayoría de las poblaciones israelí y palestina, aún puestas en peligro por la maciza violencia desatada en Gaza en respuesta a otra violencia”, dijo.
Advirtió que la violencia, el odio y la desconfianza son formas de pobreza, “quizás las más tremendas” que urge combatir. “íQue ellas no se difundan!”, exhortó.
A la Virgen María pidió acompañar a los cristianos a lo largo de todo el año que inició y solicitar a Dios el don de la paz para Tierra Santa y para la entera humanidad.
Benedicto XVI presidió la eucaristía en la Basílica de San Pedro acompañado por autoridades religiosas, civiles y diplomáticas en el día en que la Iglesia universal recuerda la 49 edición de la Jornada Mundial de la Paz.
Durante la homilía pidió combatir la indigencia que impide a las personas y a las familias vivir según su propia dignidad, a la pobreza que ofende a la justicia y a la igualdad amenazando la convivencia pacífica.
Consideró como peligros para la paz diversas formas de pobreza “no material” que se encuentran también en las sociedades ricas y avanzadas como la marginación, la miseria social, moral y espiritual.
Frente a las plagas como las enfermedades pandémicas, la pobreza de los niños y la crisis alimentaria el Papa denunció la “inaceptable” carrera al crecimiento de los armamentos.
Por una parte se celebra la Declaración Universal de los Derechos del Hombre y por otra se aumentan los gastos miliares violando la misma Carta de las Naciones Unidas que empeña a reducirlas al mínimo, lamentó.
Reconoció además que la globalización elimina ciertas barreras pero advirtió que puede construir otras y por ello, dijo, es necesario que la comunidad internacional así como los Estados individuales
no bajen la guardia respecto a las amenazas de conflicto.
“La actual crisis económica debe ser entendida como un “banco de prueba”: ¿estamos listos a leerla, en su complejidad, como un desafío para el futuro y no sólo como una emergencia a la cual dar respuestas de corto respiro?”, cuestionó.
“¿Estamos dispuestos agregó- a hacer juntos una revisión profunda del modelo de desarrollo dominante para corregirlo en modo concertado y con largas miras?”.
Según el Papa esa revisión la exigen, más aún que las dificultades financieras inmediatas, el estado de salud ecológica del planeta así como la crisis cultural y moral cuyos síntomas desde hace tiempo son evidentes en todas partes del planeta.
“Para combatir la pobreza inequitativa que oprime a tantos hombres y mujeres amenazando la paz de todos es necesario redescubrir la sobriedad y la solidaridad como valores evangélicos y, al mismo tiempo, universales”, apuntó.
Calificó de “imposible” encontrar un combate a la miseria tan concreto y eficaz además de exigir una reducción al desnivel entre quien “despilfarra lo superfluo” y a quien le falta incluso lo necesario.
Eso requiere, sostuvo, de elecciones de justicia y sobriedad, decisiones obligadas por las exigencias de administrar sabiamente los limitados recursos de la tierra.

El Papa celebró este jueves la misa de inicio del año 2009 en la solemnidad de la Virgen María y lanzó un nuevo llamado a la paz en la franja de Gaza, tierra convulsionada por los enfrentamientos bélicos entre israelíes y palestinos.
“A la Virgen confiamos el profundo deseo de vivir en paz que sale del corazón de la mayoría de las poblaciones israelí y palestina, aún puestas en peligro por la maciza violencia desatada en Gaza en respuesta a otra violencia”, dijo.
Advirtió que la violencia, el odio y la desconfianza son formas de pobreza, “quizás las más tremendas” que urge combatir. “íQue ellas no se difundan!”, exhortó.
A la Virgen María pidió acompañar a los cristianos a lo largo de todo el año que inició y solicitar a Dios el don de la paz para Tierra Santa y para la entera humanidad.
Benedicto XVI presidió la eucaristía en la Basílica de San Pedro acompañado por autoridades religiosas, civiles y diplomáticas en el día en que la Iglesia universal recuerda la 49 edición de la Jornada Mundial de la Paz.
Durante la homilía pidió combatir la indigencia que impide a las personas y a las familias vivir según su propia dignidad, a la pobreza que ofende a la justicia y a la igualdad amenazando la convivencia pacífica.
Consideró como peligros para la paz diversas formas de pobreza “no material” que se encuentran también en las sociedades ricas y avanzadas como la marginación, la miseria social, moral y espiritual.
Frente a las plagas como las enfermedades pandémicas, la pobreza de los niños y la crisis alimentaria el Papa denunció la “inaceptable” carrera al crecimiento de los armamentos.
Por una parte se celebra la Declaración Universal de los Derechos del Hombre y por otra se aumentan los gastos miliares violando la misma Carta de las Naciones Unidas que empeña a reducirlas al mínimo, lamentó.
Reconoció además que la globalización elimina ciertas barreras pero advirtió que puede construir otras y por ello, dijo, es necesario que la comunidad internacional así como los Estados individuales

“La actual crisis económica debe ser entendida como un “banco de prueba”: ¿estamos listos a leerla, en su complejidad, como un desafío para el futuro y no sólo como una emergencia a la cual dar respuestas de corto respiro?”, cuestionó.
“¿Estamos dispuestos agregó- a hacer juntos una revisión profunda del modelo de desarrollo dominante para corregirlo en modo concertado y con largas miras?”.
Según el Papa esa revisión la exigen, más aún que las dificultades financieras inmediatas, el estado de salud ecológica del planeta así como la crisis cultural y moral cuyos síntomas desde hace tiempo son evidentes en todas partes del planeta.
“Para combatir la pobreza inequitativa que oprime a tantos hombres y mujeres amenazando la paz de todos es necesario redescubrir la sobriedad y la solidaridad como valores evangélicos y, al mismo tiempo, universales”, apuntó.
Calificó de “imposible” encontrar un combate a la miseria tan concreto y eficaz además de exigir una reducción al desnivel entre quien “despilfarra lo superfluo” y a quien le falta incluso lo necesario.
Eso requiere, sostuvo, de elecciones de justicia y sobriedad, decisiones obligadas por las exigencias de administrar sabiamente los limitados recursos de la tierra.
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