TIPIFICACIÓN DE LA INFORMALIDAD

Tipificación de la informalidad: Las definiciones conceptuales
Por : Cynthia Pok y Andrea Lorenzetti
Es sabido que la determinación de las unidades comprendidas en el sector informal es conceptualmente dificultosa y metodológicamente compleja, dando lugar, generalmente, al tratamiento de universos heterogéneos y ajustados a lógicas disímiles. Sin embargo, en base a una mayor profundización de los subconjuntos que la noción abarca, es posible encarar su estudio con una mayor riqueza conceptual y reducir las limitaciones metodológicas que oscurecen frecuentemente las conclusiones. Atendiendo a las líneas de desarrollo conceptual prevalecientes, a los propósitos analíticos de la investigación que se presenta y a las posibilidades empíricas existentes, se ha hecho un esfuerzo por avanzar en la tipificación incorporando nuevas dimensiones a su tratamiento. La estrategia de abordaje general retoma, como dimensiones conceptuales principales, la de las relaciones sociales de producción y la división social del trabajo a nivel singular y general. Dichas dimensiones se expresan, por un lado, en la categoría ocupacional (distinguiéndose el trabajo independiente y el asalariado) y, por otro, en las ocupaciones, -específicamente en el nivel de su calificación-, y en el tamaño de las unidades productivas respectivamente.
En el ámbito del trabajo independiente, las definiciones conceptuales establecidas hacen referencia a personas que conforman unidades económicas en términos de esa relación de producción. Sin embargo, el tratamiento de este conjunto, en base a las variables establecidas, resulta insuficiente para la determinación de su condición de informalidad. Es en este contexto que se vuelve necesario introducir nuevas dimensiones que lo ajusten y precisen. Siguiendo los propósitos analíticos establecidos, se incorpora la dimensión referida a la escala de producción (ya recuperada en la revisión bibliográfica) y se distinguen las unidades económicas en función de la misma. Se relaciona el ingreso derivado de la inserción independiente con las necesidades para la reproducción de la fuerza de trabajo de la unidad doméstica que cada uno integra. Así, se establecieron tres niveles de capacidad de reproducción de la fuerza de trabajo de la unidad doméstica. El primero, de reproducción deficiente, asociado al nivel de subsistencia, remite a la insatisfacción de las necesidades mínimas alimentarias de la unidad doméstica.
El segundo, basado en la reproducción simple, donde se alcanza –sin ganancia- a remunerar al mínimo a la fuerza de trabajo, alude a la satisfacción de las necesidades básicas alimentarias de la unidad doméstica, sin acceder a la satisfacción de las necesidades no alimentarias.
El tercer tipo, de reproducción ampliada, es decir que consiguen retener un margen de ganancia que permite remunerar la fuerza de trabajo y reinvertir en la producción, se referencia a la satisfacción de las necesidades generales, alimentarias y no alimentarias, de la unidad doméstica, incluyendo la obtención de un plus por encima de esos parámetros. Para avanzar en la operacionalización de estos conceptos, se introdujo una nueva herramienta: se recurrió a una metodología habitualmente utilizada en el país para otros fines, como son la determinación de los niveles de pobreza e indigencia. En aquella perspectiva metodológica, las herramientas allí utilizadas dan cuenta de la magnitud de la carencia de acceso a satisfactores (alimentarios y no alimentarios) y concurren a reflejar las condiciones de vida de los hogares. Por el contrario, en este caso, dicha metodología no se aplica para conocer la condición de pobreza o indigencia del hogar (y de las personas que lo componen), sino para determinar si los ingresos provenientes exclusivamente de la actividad independiente de que se trate en cada caso posibilitan la reproducción de la unidad doméstica a la que cada trabajador independiente pertenece. La operacionalización de esta capacidad de reproducción consistió en relacionar, al interior de cada unidad doméstica que contuviera un trabajador independiente, el ingreso de éste trabajador, -derivado de su ocupación-, con la Canasta Básica Alimentaria y la Canasta Básica Total determinada para cada hogar a través de la metodología del adulto equivalente .
Cabe señalar que este procedimiento se adoptó con independencia de que la unidad doméstica desarrollara otras estrategias de obtención de ingresos, (compensadoras de los ingresos limitados de la ocupación), para la satisfacción de sus necesidades. Este procedimiento permite no sólo distinguir los tipos de informales que se fijan en las definiciones conceptuales sino excluir de la informalidad a un subgrupo que, compartiendo con los restantes los criterios frecuentemente utilizados para la delimitación del sector informal, -como tamaño del establecimiento-, desarrollan su actividad en una escala incompatible con la pertenencia a dicho sector. En el campo del trabajo asalariado se consideraron dimensiones relacionadas con la precariedad laboral a través de variables utilizadas habitualmente como proxy de ella. En el marco del planteo adoptado se hará referencia a la extensión de la informalidad en sus distintas modalidades, en términos de la población involucrada. Es importante dimensionar la contribución que cada grupo de población específico realiza al conjunto, así como identificar y cuantificar la intersección entre la población vinculada al sector informal y aquella que forma parte del empleo informal.

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