EL NEOLIBERALISMO

Historia del Neoliberalismo
Antecedentes
Las teorías que dan base al llamado neoliberalismo comenzaron a tomar fuerza tras las sucesivas crisis de
estanflación que sacudieron a la economía occidental en los años setenta y que no encontraban solución en las habituales políticas keynesianas del periodo.
El
keynesianismo propugnaba la temporal intervención del Estado como motor para resolver los problemas de recesión y desempleo que tuvieron su máxima expresión en la Gran Depresión de 1930. A medida que los paises sucumbían ante la crisis y las políticas liberales tradicionales parecían no dar resultados, las sociedades comenzaron a interesarse por alternativas al capitalismo laissez faire. Hubo quienes centraron su atención en los fascismos, que proponían un fuerte intervencionismo en la economía, mientras que otros se sintieron atraidos por el comunismo y el ejemplo de la Unión Sovietica que no se vio tan afectada por la depresión del 30'.
De los múltiples economistas teóricos que intentaron explicar las caóticas circunstancias reinantes y organizar acciones correctivas a futuro sobresalió Keynes, cuya
tesis propuso una serie de medidas para "salvar al capitalismo desde el capitalismo": contrariamente a las recetas de los clásicos, que insistían en la disminución del gasto público, Keynes propuso favorecer el rol anticíclico del Estado mediante el aumento del gasto público incluso a niveles sostenidamente deficitarios para favorecer la creación de empleo, el incremento de precios para hacer frente a la deflación; o la disminución de la inversión gubernamental y el incremento de la presión impositiva para domar las escaladas inflacionarias.
Las políticas keynesianas tuvieron una actuación fundamental en el llamado
New Deal y en la serie de medidas implementadas para afrontar la gran recesión de 1937. Al iniciarse la Segunda Guerra Mundial el rol del Estado como promotor de empleo llegó a su pico: la desocupación, que la conjunción de políticas activas (entre ellas el New Deal) había logrado disminuir desde un 25% (1933) hasta el 14% (1940), se desbarrancó al 2% en 1943. La distribución del ingreso alcanzó niveles casi óptimos.
El grado de implementación de políticas contracíclicas continuó ascendiendo en los años 50 y alcanzó su punto cúlmine en los 60. En este punto vastos sectores de la economía consideraban que se había encontrado la receta definitiva para enfrentar procesos recesivos, y que éstos eran ya cosa del pasado; muchos economistas de formación liberal clásica pasaron a engrosar las filas del keynesianismo. La crisis del petróleo de 1973 fue el primero de los cimbronazos que condujeron a un progresivo deterioro de las condiciones económicas reinantes: el desempleo fue creciendo pero acompañado de un aumento incontenible de la inflación, lo que contradecía la
curva de Phillips. El nuevo escenario estanflacionario desafiaba los postulados keynesianos: para enfrentarlo se deberían efectivizar al mismo tiempo acciones antirecesivas y antiinflacionarias, algo nunca previsto en la nueva teoría.
El resurgimiento del modelo
Ante el nuevo mapa político que se dibuja, tras la toma de
Berlín a manos del Ejército Rojo, empieza a resurgir la idea de oponerse a la planificación económica del Gosplan soviético. Empieza la guerra fría y en ese contexto se traza el mapa del Nuevo Orden. Así mismo tras la guerra mundial se reinstaura el libre mercado y las reglas del cambio monetario.
El llamado neoliberalismo empieza a construirse en el campo teórico en los años cuarenta con importantes ideólogos, como
Friedrich Hayek o Milton Friedman, partidarios de las escuelas Austríaca y de Chicago respectivamente, que revitalizan la ideología liberal con los nuevos ingredientes de la lucha contra el comunismo y cualquier movimiento de izquierda amparándose en la lucha contra la intervención tanto del Estado como de cualquier estamento de sociedad en el mercado capitalista. Otra corriente influyente en el moderno neoliberalismo es la del Ordoliberalismo o Neoliberalismo alemán que aportará, entre otros elementos, el rol subsidiario del Estado. Sin embargo, fuera del ordoliberalismo, estas teorías no lograrían expresarse hasta después de las crisis de los años 70.
La nueva doctrina liberal, basada fundamentalmente de las teorías de Hayek y Friedman alcanzará su plenitud durante los
años 1980 con la llegada de Ronald Reagan y Margaret Thatcher al poder en Estados Unidos y el Reino Unido respectivamente. Ambos llevaron a cabo agresivas políticas de liberalización económica y tuvieron un fuerte rol contra el comunismo difundido por la Unión Sovietica. El avance del neoliberalismo en Europa se detenía en el Atlántico propiciado, sobre todo, por la siempre presente espada de Damocles del comunismo. Es en esos años cuando Francis Fukuyama lanzará su famosa cita de el fin de la historia. Pero no será hasta la década de los 90, con el desmantelamiento de la URSS, cuando, por fin, esta ideología observe su máxima expansión a lo largo de todo el globo. Las socialdemocracias europeas instaladas, hasta entonces, como contrapeso social, pero liberal a la vez, sufrirán retrocesos en el estado del bienestar una vez que la amenaza comunista ha desaparecido.
La era de la información
El siglo XXI amanece con lo que muchos analistas de mercado denominan como la
Nueva Economía. Los sociólogos lo llamarán globalización. En realidad se trata de la irrupción de las nuevas tecnologías de la información (Internet, telefonía móvil, etc). El resultado es que las transacciones ya no se realizan a mano sino que todo ocurre y sucede a través de kilométricas y extensas redes de cables y satélites. Ello propicia el engaño digital, el maquillaje de las cuentas, la ocultación de las pérdidas y la ingeniería fiscal para vender falsos beneficios a los nuevos accionistas, más inexpertos e impulsivos. También es ahora más fácil la evasión de impuestos y la ocultación de capitales bajo el amparo de los nuevos paraísos fiscales. Así mismo también surgen multitud de empresas que hacen negocios enteramente por la red. Son las llamadas empresas punto com. Sus salidas a bolsa son, muchas veces espectaculares, a pesar de sus grandes pérdidas, basándose en la promesa de futuros beneficios, ver Burbuja .com.
Pero la globalización influye no solo en el plano económico sino también a todos los niveles. El conocimiento se difunde con mayor fluidez y las relaciones entre diferentes culturas se aceleran tendiéndose a una homogeneización de las sociedades. Las críticas surgen en las prisas de unos por globalizar el
libre mercado y la lentitud en hacer lo mismo con los derechos humanos. Desde los ámbitos más liberales se alega que los derechos humanos vienen después, una vez la sociedad entra en el libre mercado y que no hace falta, por tanto adoptar mayores medidas al respecto que coarten la libertad empresarial en esos países. La globalización del conocimiento tendrá también efectos positivos para los movimientos antiliberales ya que les permitirá, en adelante, globalizar sus protestas. Así es como surgirá paralelamente el movimiento antiglobalización.
Movimientos antiglobalización
En
Asia y América Latina se prueban experimentos desastrosos. El caso Argentino o el de Malasia y Corea son buenos ejemplos pues en todos ellos el estado se ve obligado a volver a políticas más intervencionistas para salvar sus economías interiores. A pesar de todo el retroceso social continúa hasta nuestros días. Por su parte, África sigue sumida en un mar de pobreza más profundo cada vez. Todo ello por seguir modelos económicos que pretenden parecerse al neoliberalismo, pero que distan mucho de este; puesto que el ideal de liberalismo sería un sistema totalmente libre, si acaso con una mínima intervención del estado (minarquismo). Los defensores del modelo alegan también que en estas naciones no existía uno de los requisitos fundamentales para su aplicación, la presencia de instituciones estables que garanticen un sistema jurídico fuerte y neutral que proteja la propiedad privada y el respeto por los contratos. De esta manera se evita el clientelismo político y la corrupción que impiden que el modelo económico sea realmente liberal.
Ante este panorama, muchos movimientos sociales alzaron la voz cada vez con más frecuencia. Primero había sido la crisis en
Japón, que aún perdura. Luego sufrían los Tigres Asiáticos, Argentina, Venezuela, y otros países latinoamericanos. Las críticas desde los ámbitos sociales crecían y el año 1999 en la reunión de la OMC en Seattle estalla el movimiento antiglobalización, contestatario de las reformas neoliberales. Desde dichos sectores se acusa al neoliberalismo de ser un modelo ligado a los intereses de la política estadounidense, de no tener en cuenta los derechos humanos y de empobrecer más las economías de los países del tercer mundo.
En el 2000, se produce la denominada
Guerra del agua en Cochabamba- Bolivia contra la gestión corporativa de la multinacional Bechtel. Durante el año 2001 el hundimiento de la burbuja tecnológica y los valores de empresas como Amazon o Terra se ve rematado por el atentado de las Torres Gemelas el 11 de septiembre del 2001. Wall Street cierra durante unos días, algo inaudito que paraliza buena parte de las finanzas mundiales.
El ciclo de crisis continúa hasta nuestros días con la
bancarrota de Enron y el escándalo en Arthur Andersen, la quiebra de Parmalat así como de otras empresas que habían manipulado sus cuentas para hacerse más atractivas en bolsa. Durante esos días se acuña la expresión de manzanas podridas (en inglés: bad apples) para referirse a las empresas que una tras otras van quebrando por cuentas falseadas.
La situación actual
Tras la explosión de la
Burbuja .com la Nueva Economía pierde peso y se vuelve la mirada hacia los viejos recursos, más tangibles que el mundo de Internet: el petróleo y el gas natural. En los EE.UU., el nuevo presidente Bush, amparándose en la llamada "lucha contra el terrorismo", retrae el país hacia una posición mucho más conservadora. Tras las guerras de Afganistán e Iraq, EE.UU. pone nuevas bases en Oriente Medio y en el centro de Asia asegurándose el suministro de los preciados recursos de la zona.
La nueva política obliga a dejar en paz a países enemigos del modelo neoliberal como Venezuela y, hasta cierto punto, Cuba, siempre y cuando aseguren el suministro de recursos. Debido a esto, a los nuevos ideólogos de este tipo de políticas se le tiende a llamar neocons o
neoconservadores en vez de neoliberales. Esto es porque se les acusa de ser militaristas.[7]

Pro y contras de las propuestas económicas neoliberales
Las políticas macroeconómicas recomendadas por teóricos e ideólogos neoliberales (en principio recomendaciones a países tanto industrializados como en desarrollo) incluyen:
Políticas monetarias restrictivas (aumentar tasas de interés o reducir la oferta de dinero). Con ello disminuye la inflación y se reduce el riesgo de una devaluación. No obstante con ello se inhibe el crecimiento económico ya que se disminuye el flujo de exportaciones y se perpetúa el nivel de deuda interna y externa denominada en monedas extranjeras. Así mismo, se evitan los llamados
ciclos del mercado.
Políticas fiscales restrictivas (aumentar los impuestos sobre el consumo y reducir los impuestos sobre la producción y la renta; eliminar regímenes especiales; disminuir el gasto público). Con ello se supone que se incentiva la inversión, se sanean las finanzas públicas y se fortalece la efectividad del Estado. No obstante no se distingue entre los niveles de ingreso de los contribuyentes, donde unos puede pagar más impuestos que otros, y se grava a las mayorías mientras que se exime a las minorías, deprimiéndose así la demanda, si bien se busque apoyar la oferta, buscando el bienestar de toda la sociedad. Tampoco se reconoce que el gasto público es necesario, tanto para el crecimiento como para el desarrollo (comparar históricamente ejemplos de países industrializados); para la protección de sectores vulnerables de la economía y la población; y para la estabilidad social y económica en general. Por otra parte, estas políticas no son aprobadas por muchos neoliberales, ya que el ideal liberal es que no haya estado, y por tanto, tampoco impuestos.
Liberalización. Tanto la liberalización para el comercio como para las inversiones se supone que incentivan tanto el crecimiento como la distribución de la riqueza, al permitir 1.- una participación más amplia de agentes en el mercado (sin monopolios u oligopolios), 2.- la generación de economías de escala (mayor productividad), 3.- el aprovechamiento de ventajas competitivas relativas (mano de obra barata, por ejemplo), 4.- el abaratamiento de bienes y servicios (al reducirse costos de transportación y del proteccionismo), y 5.- el aumento en los niveles de consumo y el bienestar derivado de ello (en general aumento de la oferta y la demanda en un contexto de “libre” mercado, con situaciones de equilibrio e utilidades marginales).
Privatización. Se considera que los agentes privados tienden a ser más productivos y eficientes que los públicos y que el Estado debe adelgazarse para ser más eficiente y permitir que el sector privado sea el encargado de la generación de riqueza.
Desregulación. Se considera que demasiadas reglas y leyes inhiben la actividad económica y que su reducción a un mínimo necesario (sobre todo la garantización del régimen de propiedad y de la seguridad) propician un mayor dinamismo de los agentes económicos.
En todos los casos, los teóricos neoliberales afirman que la mejor manera de alcanzar la distribución de la riqueza y el bienestar de los individuos es mediante un crecimiento total del producto, que por su propia dinámica permea al total de los integrantes de la sociedad (la llamada trickle down policy ); los liberales promueven "mediante el beneficio individual, alcanzar el beneficio de toda la
sociedad".

Notas
[1] Los cambios en la racionalidad económica por J.P. Trujillo et al. El libre juego de las fuerzas de la oferta y la demanda tiende a establecer en condiciones de competencia perfecta, precios de equilibrio que garantizan una asignación óptima de recursos.
Cuestiones liberales, por Joaquín Santiago Rubio
El fin del neoliberalismo, por Juan Ramón Rallo
El mito del neoliberalismo por Enrique Guersi
Müller-Armack, Alfred; Economía dirigida y economía de mercado. p 226 (1963)
Mario Elgue; La Economía social; Editorial Capital Intelectual, Buenos Aires (Argentina); 2007; p. 47.
"The problem with neoconservatism's agenda lies not in its ends, which are as American as apple pie, but rather in the overmilitarized means by which it has sought to accomplish them." Albert Fukuyama, After neoconservatism

Bibliografía [editar]
John Maynard Keynes, Teoría General del Empleo, Interés y Dinero, 1930 (2 volúmenes). Keynes fue el principal impulsor del Estado Benefactor, durante el New Deal del Presidente de EEUU Franklin Delano Roosevelt.
John Kenneth Galbraith, El nuevo estado industrial, Editorial Sarpe, Madrid (España), 1967. Analiza, antes de la aparición del término neoliberalismo, la díficil convivencia entre el libre mercado y las grandes empresas industriales.
Celso Furtado, Subdesarrollo y estancamiento en América Latina, Editorial Universitaria de Buenos Aires, Argentina, 1972. Los basamentos de la Teoría de la dependencia.
Milton Friedman, Libertad de elegir, Editorial Planeta-Agostini, (España), 1992.
Joseph E. Stiglitz, El malestar en la globalización, Editorial Taurus, Madrid (España), 2002. Analiza detalladamente los problemas que la aplicación de las políticas neoliberales del Fondo Monetario Internacional creó en diversos países.
Immanuel Wallerstein, La crisis estructural del capitalismo, Editorial Contrahistorias, México, 2005. Discusión general de los problemas actuales del capitalismo.
Immanuel Wallerstein, La decadencia del poder estadounidense, Editorial Capital Intelectual (Ediciones Le Monde diplomatique - El Dipló), Buenos Aires (Argentina), 2006. Los problemas del neoliberalismo analizados en conexión con su principal impulsor en el mundo, los EE. UU.
Estela Grassi, Problemas y políticas sociales en la sociedad neoliberal. La otra década infame, Espacio Editorial, Buenos Aires (Argentina), 2003.
Friedrich Hayek, "Camino de Servidumbre", 1944.
Friedrich Hayek, "La Fatal Arrogancia", Unión Editorial (España).

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