"CONSTRUIR UNA NUEVA HEGEMONÍA"

“Construir una nueva hegemonía”
Entrevista de Raúl Dellatorre a Emir Sader

Colaboración : Julio Cuadros Manrique
Emir Sader: “La ultraizquierda tendrá una capacidad crítica enorme, pero nunca ha construido procesos de transformación revolucionaria.”
El proceso político de la última década en Américalatina dio por resultado gobiernos de signo distinto del neoliberalismo. Algunos decididamente opuestos, otros con “rasgos contradictorios”, según la expresión acuñada por Emir Sader, analistapolítico brasileño y flamante Director Ejecutivo de Clacso (Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales). Pese a las coincidencias queobservan en muchos sentidos, en el plano económico los países de laregión parece no terminar de romper el molde que la encierra, ni quitarse de encima las sombras de su pasado. Sobre éstos y otros temasconversó Cash con Sader.
¿Qué les está faltando a los países de la región para integrarse y avanzar más aceleradamente en un proceso de transformación?–Un proyecto estratégico de futuro, una comprensión más clara de lo que es América latina ahora, de la naturaleza de sus regímenes económico sociales en función del rol del Estado. Y pensar en qué futuro tienen más allá del neoliberalismo.
¿Y en qué aspectos cree usted que se avanzó?–Algunos ladrillos de esa construcción existen, ya sea como realidades o como menciones en discurso. El Banco del Sur, la idea deuna moneda única, el Banco Central único, todo lo cual significaría una política económica única, son elementos importantes. Pero al mismo tiempo hay que plantear qué modelo de sociedad queremos, y eso significa pronunciarse en favor de una sociedad desmercantilizada.Plantear qué tipo de Estado queremos, lo cual lleva a proponer un Estado que no esté penetrado por la financiarizacion. Definir qué tipo de cultura, qué identidad y diversidad cultural debemos tener. Decir qué tipo de espacio alternativo creamos, por afuera de la hegemoníaunipolar norteamericana.
¿Todo eso qué implica?–Ese proceso implica no sólo integración económica y social, sinotambién tecnológica, cultural, educacional, mediática y de estructuras políticas. Existe un esbozo de Parlamento Latinoamericano, pero aún seestá muy lejos de que tengamos estructuras supranacionales de carácterlatinoamericano o sudamericano. El tema, podríamos decir, ahora espolítico, es discutir futuras relaciones de poder. Qué tipo desociedad, qué nueva hegemonía queremos construir.
Pareciera que alcanzar esos objetivos requeriría unsalto de conciencia importante de las sociedades y su clase política,un cambio del paradigma neoliberal de la década anterior. En este sentido, ¿qué papel están jugando los intelectuales de Latinoamérica,ya sean economistas u otros cientistas sociales?–Tenemos una trayectoria extraordinaria del pensamiento críticolatinoamericano. El gran viraje fue la crítica que la Cepal hizo de la teoría del comercio internacional, que fue dar vuelta el Mundo y pensarel intercambio a partir de la periferia y las formas de desarrollo desigual, de intercambio desigual. Fue pensar en la acumulación apartir de la periferia, con todas las debilidades que tuvo. La gran novedad histórica de la segunda mitad del siglo pasado, en términoseconómicos, fue la industrialización de la periferia. Hasta ahí, era un tema monopolizado por el centro. La periferia era hacer agricultura,minería, ganadería y nada más.
¿Qué efectos tuvo?–Este vuelco en el pensamiento económico elevó el nivel de identidadnacional, planteó la relación con las potencias imperiales en un nivel superior. El nacionalismo fue el gran fenómeno del siglo pasado en América Latina. Con tonos antiimperialistas mayores o menores, según el caso. Pero la intelectualidad lo concibió. Y en años recientes, variasteorías elaboradas en esa época ayudaron a pensar la acción política delos nuevos gobiernos en la región. Pero no en todos los casos.
¿Podría dar ejemplos de unos y otros?–En Bolivia, se dio a través de un grupo pequeño de intelectuales, llamado La Comuna (del que surge el actual Vicepresidente, Alvaro García Linera). Un núcleo de académicos se articularon fuera de la Universidad y ayudaron al movimiento indígena a repensar su identidad, su trayectoria. A hacer una autocrítica de la izquierda boliviana, de su pasado. En Ecuador también hay sectores intelectuales que están articulados entre sí y con el proceso político. En Venezuela, en cambio, se da un proceso de cambio con una ausencia enorme de una intelectualidad que ayude a pensar ese proceso. Y eso es grave.
¿Dónde ubicaría los casos de Argentina y Brasil?–Son dos países con mucha más trayectoria intelectual que los quenombré, con muchas más raíces en el pensamiento crítico. Y sin embargo,hoy muestran una ausencia relativa de esta intelectualidad en los temaspolíticos, ideológicos, culturales y económicos muy grave.
Venezuela, Brasil, Argentina. Está hablando de los países económicamente más fuertes y relativamente más desarrollados yson los que más debilidades presentarían en el plano intelectual parapromover un cambio.–Mi conclusión es que a la intelectualidad, en realidad a suconjunto y no sólo al pensamiento crítico, este período histórico latomó por sorpresa. Queda como la voz de menor resistencia a lossistemas de dominación, por detrás muchas veces de los movimientos sociales. Fíjese que América latina fue territorio de varias teorías deavanzada del pensamiento crítico en décadas anteriores, pero hoy noencontramos expresadas muchas de esas teorías en el movimiento políticolatinoamericano, no están ayudando a pensar el proceso contemporáneo.
¿Cuál fue el comportamiento de esos pensadores?–Usted encuentra que muchos intelectuales del pensamiento crítico deotra época termina adhiriendo al neoliberalismo, porque pensaban a esta corriente como inevitable. Y cuando se ven las cosas así, eso le marcaqué hacer. Fernando Henrique Cardoso fue un brillante intelectual deizquierda en los ’60, pero su gobierno en los ’90 no fue distinto delde Menem. Y yo no diría, tomándolo en su conjunto, que es una posturade derecha, pero es un conformismo histórico. Otra parte de laintelectualidad quedó refugiada en posiciones que yo llamaría deultraizquierda, posiciones que están descolgadas del proceso real. La ultraizquierda tendrá una capacidad crítica enorme, pero nunca haconstruido procesos de transformación revolucionaria.
En este debate sobre los gobiernos y las políticas en América latina, muchos pensadores y dirigentes de izquierda siguenjuzgando como gobiernos de derecha a aquellos que no han producido unaruptura a fondo con el neoliberalismo.–Hay una postura que tiende a tomar determinados aspectos de larealidad y los absolutiza, y así pierde objetividad. Hoy la divisiónfundamental no es izquierda buena o izquierda mala. Esa es una posturade derecha que divide a la izquierda. La línea es entre los que estánpor el proyecto de integración regional y los que están por tratadosbilaterales de comercio con Estados Unidos. En el marco de los queestán por la integración regional, hay algunos que avanzaron hacia la ruptura del modelo, como Ecuador, Bolivia, Venezuela. Otros han logradoflexibilizar el modelo, como Brasil y Argentina, y ahí esta su mérito.Todo lo que hace al mantenimiento del modelo anterior en Brasil yArgentina es negativo. Pero la política exterior es positiva, lapolítica social es positiva. Y eso vale.
¿No los está justificando?–No, pero hay que darse cuenta que aunque haya avances importantesen América latina, vivimos en un mundo de hegemonía neoliberal:hegemonía económica, de valores, en la relación de fuerza social. No sepuede olvidar que el neoliberalismo puso a todo el movimiento popular ala defensiva. La lucha contra el modelo, por conseguir poner encontradicción sus paradigmas, se dio contra la derecha, y desdeposiciones antineoliberales que no eran de izquierda. Logramos tenergobiernos con rasgos contradictorios, y ése fue el resultado de lalucha, de una lucha exitosa. La alternativa era tener gobiernos dederecha, no de izquierda.
EL PREDOMINIO Y CRISIS DEL CAPITALISMO
“Desmercantilizar la economía ”Emir Sader caracteriza el período histórico vivido en la segundamitad del siglo XX como “el paso de un mundo bipolar a otro unipolar”,con una hegemonía absoluta del capitalismo y de Estados Unidos comopotencia dominante. A su vez, describe a un capitalismo que pasó delmodelo keynesiano al neoliberal. Sin embargo, pese a este “triunfoespectacular” del capitalismo, Sader sostiene que este proceso no augura hacia adelante “ni un ciclo tranquilo para la hegemonía de Estados Unidos ni un crecimiento sostenido”.Según el sociólogo e historiador brasileño, la hegemonía capitalista se dio a través de “una victoria extraordinaria en el plano político,militar e ideológico de Estados Unidos”. “La hegemonía económica ycultural es tal que el modo de vida capitalista se impone hoy sindisputa en el mundo. No hay otro modelo comparable, hasta en China las ciudades se transforman y desarrollan como espejo de ciudadesestadounidenses. Los pobres tienen expectativas de consumo de acuerdo con el estilo norteamericano.”Sin embargo, el capitalismo muestra sus límites. La crisis actual de la economía norteamericana, sostiene Sader, podría ser el inicio de “un período largo de inestabilidad con turbulencias”. Los obstáculos o contradicciones del mundo unipolar tiene su reflejo en la excesiva concentración de la renta, la devastación ecológica y la guerra, advierte el teórico brasileño.“El capital hizo un corrimiento hacia la actividad especulativa financiera. El 90 por ciento de los movimientos de capital en el mundo son cambios de manos de papeles, no son el resultado de actividades comerciales”, señala Sader.
Pero mientras sucede en los centros financieros mundiales, en el corazón del sistema capitalista, en la periferia Sader describe una dinámica diferente. “En las décadas del ‘80 y ‘90, Latinoamérica fue ellaboratorio más avanzado del neoliberalismo. El arco político de laregión adhirió en conjunto al modelo, y fue el primero en explicitarlo.México, Brasil y Argentina fueron las más claras expresiones”, observó.Pero el modelo entró en crisis, generando fuertes contradicciones.Hoy, sostiene Sader, América latina es “la única región conproyectos de integración relativamente independientes de Estados Unidos, condición necesaria, pero no suficiente, para la ruptura con elmodelo neoliberal”. Ante la crisis de hegemonía, los países delsubcontinente reaccionaron de diversas formas, de acuerdo a su capacidad de reconstruir las fuerzas para una disputa de poder. Bolivia y Ecuador, según Sader, son ejemplos de sublevación popular con salida electoral que permitió refundar el Estado. Destacó que estos países “pudieron recomponer su identidad porque tuvieron menos penetración cultural del neoliberalismo, el modelo no echó raíces”. Un fenómeno diferente del ocurrido en México, Chile y Argentina, donde sí enraizó.Sader destacó como modelo de integración independiente la propuestadel ALBA (Alternativa Bolivariana para los pueblos de nuestra América), que impulsa Venezuela. “Democratizar la economía es desmercantilizar”,sostuvo el sociólogo brasileño, como bandera en la lucha antihegemónica. Aunque no dejó de reconocer la distancia existente entre el sistema capitalista actual y un modelo que lo sustituya.“Existe un abismo entre el agotamiento del modelo actual y la aparición de otro u otros. El panorama es contradictorio. Pero el mundo nuevo esun modelo todavía no elaborado”, postuló.

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