CHINA AL TOPE DE SU LIDERAZGO CON OLIMPIADAS

Beijing dio una espectacular bienvenida a los Juegos
Miles de artistas actuaron en la apertura con perfecta sincronía
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Cortesía : Terra
Majestuosa, impactante, desde todo punto de vista. Así fue la ceremonia de apertura de los XXIX Juegos Olímpicos, un evento que se extendió por casi cinco horas y que seguramente quedará guardado para siempre en la retina de millones de espectadores.
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Luego de los saludos del Presidente chino Hu Jintao, aplaudido por gran parte de los 91.000 espectadores que colmaron el estadio olímpico, un comienzo repleto de fuegos artificiales y luces modernistas combinadas con el redoble de tambores dejaron a los cinco anillos olímpicos en el centro de la escena.
Dos mil ocho tambores ancestrales chinos de percusión lanzaron la cuenta regresiva, que dieron inicio a la ceremonia.
Posteriormente, con el himno nacional de fondo y un grupo de niños vestidos con trajes tradicionales como protagonistas, el país asiático izó su bandera roja con estrellas amarillas.
Un enorme pergamino desplegado en el suelo del estadio sobre el cual bailarines realizaron grabados fue el primer gran espectáculo que exhibió el acto de apertura. Mientras, en pantallas gigantes se emitían imágenes de la caligrafía china, un tesoro cultural del gigante asiático.
Luego, un pelotón de actores entró a escena para representar a los 3.000 discípulos de Confusio, célebre filósofo de la china antigua. "Una Civilización Brillante" fue el nombre del show.
La ceremonia tuvo tintes épicos y una puesta en escena fuera de serie, rasgo típico de la quién ideó la apertura, el cineasta Zhang Yimou.
Nacido en Beijing, Zhang se ha convertido en uno de los directores de cine más importantes de China, gracias a filmes como "Héroe" y "La casa de las dagas voladoras".
Sobre el pergamino gigantesco, elemento que estuvo presente durante toda la ceremonia, se proyectaron distintas imágenes, mientras una bailarina viajaba sobre una alfombra mágica.
Después de un nuevo despliegue de fuegos artificiales, un pianista y una pequeña aprendiz dieron comienzo a una etapa más moderna de la ceremonia, donde un ejército de bailarines que brillaban en la oscuridad se movía por el estadio y se reunía en el centro para hacer la forma del Nido de Pájaro.
Ya en la última parte del espectáculo, el estadio entero se iluminó, representando el universo. En el centro, la Tierra sobre la cual caminaban acróbatas que desafiaban la gravedad.
Con todo Beijing iluminado por los fuegos pirotécnicos, el cantante de pop chino Liu Huan y la británica Sarah Brightman presentaron la canción oficial de los Juegos, "You and Me", en uno de los momentos más emotivos del acto que precedió a la entrada de los atletas al estadio.
Luego, sí, llegó el momento del tradicional desfile de las delegaciones, que tuvo en Grecia al primer país en aparecer por la pista.
Tras la presentación de las distintas delegaciones, que demoró poco menos de dos horas, nuevos fuegos artificiales dieron paso a los actos protocolares.
Mientras los miles de deportistas que participarán en estos Juegos observaban la ceremonia desde el campo central del estadio, Liu Qi, presidente del Comité Organizador (BOCOG), saludaba a su país y al mundo.
Luego fue el turno de Jacques Rogge, presidente del COI. "Esta noche el sueño se convierte en realidad. ¡Felicitaciones, Beijing!", señaló el directivo, refiriéndose así al lema de los Juegos: "Un mundo, un sueño".
Este acto marcó el ingreso de la bandera olímpica, que fue portada por un grupo de militares y después izada hasta quedar finalmente en lo alto del mástil.
Sin embargo, aún faltaba lo mejor: la antorcha olímpica hizo su ingreso y comenzó su última carrera de relevos. Cuatro meses después de su encendido, la llama estaba a punto de llegar a su destino.
Y
fue en ese momento donde se vio quizá una de las escenas más impresionantes: el último portador de la llama, Li Ning, fue elevado por los aires y comenzó a saltar sobre un telón vertical, en el que se proyectaba la imágen de un pergamino que se abría a su paso.
El recorrido culminó cuando Ning acercó la antorcha a una suerte de mecha que encendió el pebetero. Con eso, una andanada de fuegos artificiales llenó de colores el cielo de Beijing, dando por concluida una ceremonia que, sin dudas, es hasta el momento la mejor de la historia.

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