SINDICATO Y SOCIEDAD
Por : Bruno Trentin
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Primero: La prueba de los hechos
Al margen del protocolo, me parece que esta iniciativa es de la mayor importancia por las propuestas que anuncia y, también, por el tipo de debate que pone en movimiento. Por supuesto, la temática ha sido ya afrontada por Antonio Lettieri en el informe introductivo de manera coherente, especialmente con la decisión de disolver la “tercera componente”[1]. De esa manera se indica la voluntad de participar, en el sindicato, con la fuerza de las ideas personales de cada cual, sin el paraguas de las corrientes o componentes. Esta es una forma nueva de barajar las cartas que tanto necesitábamos. Es decir, participando en un sindicato que, con nuevos objetivos y con su programa --y también con su deontología, como decía del Turco-- proclama correctísimamente que los hechos tengan más valor que las palabras. Con este propósito, vale la pena recordar las razones que nos han llevado a disolver, dentro del sindicato, nuestra “componente”, la del partido comunista italiano: ha sido, sobre todo, la exigencia vital de estar en condiciones de repensar una serie de ideas sin esquemas reduccionistas o constrictivos de cualquier naturaleza; una serie de ideas, digo, bajo el impulso de las gigantescas transformaciones que se están operando en estos últimos diez años en Italia y en el mundo. Esto ha sido lo fundamental y no el cambio de la sigla de tal o cual partido político. Se trata, ciertamente, de las grandes transformaciones que a todos nosotros nos han llamado la atención, tanto en nuestros programas como en las interpretaciones de la realidad. Pienso que todos nosotros, de alguna manera, tenemos la necesidad de volver a poner a prueba nuestra capacidad de mirar a la sociedad, a las culturas que van madurando y a las nuevas demandas. con la idea de construir mayorías y minorías dentro del sindicato: pero ahora en función de los objetivos y no a través de prejuicios ideológicos o procesos de in
tenciones. Me parece que la orientación que se ha planteado en el informe inicial ha sido muy estimulante, en el sentido de que se presta a toda una serie de observaciones, aunque sean a contraluz; o se podrían prestar a ello, ya que estamos en el inicio de un debate. Ahora bien, para un servidor, es difícil decir que “estoy totalmente de acuerdo” cuando caigo en la cuenta de que, junto a importantes elementos que comparto, se me suscitan dudas y perplejidades que, probablemente, podremos superarlas andando el tiempo.Es cierto, estamos de acuerdo en importantes cuestiones. Por ejemplo, en la necesidad de reorientar la negociación colectiva para intervenir en nuevas cuestiones; y también estamos de acuerdo en que Europa sea la nueva dimensión para que la negociación colectiva pueda llevarse a cabo, a menos que queramos sufrir un proceso de balcanización.

Segundo: Más allá de las viejas políticas de rentas


Claro ¿cómo hacer que la gestión de determinadas variables --ciertamente, se trata de todo un problema-- no signifique la reducción, el empobrecimiento cualitativo y cuantitativo de la negociación colectiva? ¿Cómo impediremos que un acuerdo o una política fiscal de las rentas --que yo planteo-- no libere a nuestras contrapartes del deber de negociar con el sindicato en unos temas que no son solamente el salario?[2].
Tercero: La negociación europea
Este es un punto esencial de nuestra reflexión, especialmente si queremos valorar los espacios que se refieren a los diversos ámbitos de la negociación.Muchas de las cuestiones que se han planteado en el informe inicial son del todo válidas en su fondo. Pero observo una primera dificultad-contradicción con el esquema general cuando se habla, correctamente, de poner las bases de una negociación colectiva de ámbito europeo. Esta operación comporta una primera autorreforma extremadamente dolorosa, esto es, la explicitación de qué poderes contractuales pueden transferir, a medio plazo, las organizaciones sindicales nacionales al sindicato europeo. En la Europa de hoy esto es imaginable sólo en el ámbito de sector[3], no en los ramos tradicionales.Es muy difícil de conseguir un acuerdo de ramo. Tendremos que vencer enormes resistencias psicológicas, políticas y culturales, también aquí en Italia; y quizás en otros sindicatos de Europa. Pero podrá ser, siempre en el caso de un sector como el automóvil, la siderurgia o la química de base.Se ha planteado el problema del peso que tendrán mañana, en un sistema de negociación colectiva, no los ramos sino los sectores, en tanto que sedes de articulación de algunas cuesti
ones de los trabajadores subordinados. Así pues, se propone una unificación del mercado de trabajo entre público y privado. Sin embargo, existen todavía disparidades muy fuertes, no sólo convencionales, entre las condiciones de trabajo y de vida de los trabajadores de la sanidad y los del automóvil, los ferroviarios, los químicos de base o la siderurgia. Por eso, pienso que --incluso en la negociación de sector-- debe renovarse la lógica de las normas generales; por ejemplo, los parámetros ligados a la profesionalidad que están por reconstruirse tanto en los centros de trabajo como en el territorio y su relación con el horario de trabajo. O, de igual manera, hay que recuperar todo lo referente a la formación y recualificación del trabajo o lo que incumbe a la definición de los mínimos contractuales.En definitiva, nosotros trabajamos, en diversos niveles, en la distribución de los recursos y sobre la base de periodos de inversiones. Los tiempos de previsión de las empresas son datos que debemos tener en cuenta: me parecería ilusoria una negociación colectiva que esté al margen de estos tiempos de previsión.

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