PISANDO FUERTE No. 14: EL DÍA DEL PADRE ME FUE BIEN


Pisando Fuerte No. 14: El Día del Padre me fue bien


Por : Marcial Guillermo Pérez HerreraHola buena gente y de la otra, también. La verdad, que andaba algo preocupado de no poder escribirles, tal vez, por exceso de ideas, pensamientos y sentimientos, que me desbordaban o de repente, porque nada había en el valle de la imaginación. Lo cierto que , al final, decidí , redactar , a manera de una pequeña misiva, algo de cada instante, que he venido viviendo en las últimas jornadas de tiempo, que aterrizó en un Día, para todos llamado el día del padre y que para mí, fue una especial oportunidad, para comulgar con paz y briznas de quietud. Allí le vamos y me disculpan, por los omisos acentos o puntuaciones incorrectas que pudieran haber...
El domingo, se celebró el día del padre, para algunos un comercio más, para otros una reivindicación justa y necesaria, para el hombre de trabajo, esfuerzo y responsabilidad con hijos y familia o quizás un momento de perdón, para quienes, precisamente hacen, han hecho y, p

robablemente, harán todo lo contrario. A mi, particularmente, me fue bien. Visité a mis mayores, reposando en el Camposanto, con la grata compañía de Herminia y Georgina, con ellas, caminamos minuciosamente, en medio de un mar de gente, que iban y venían, con vivencias distintas, pero, coincidentes, en recordar a los que partieron. Le toque la puerta de la inmortalidad, a Guillermo, mi querido padre, Froilán y Deifilio, mis abuelos, Orestes mi suegro y a mujeres tan dignas como Domitila Isabel , mi abuela e Irma, ejemplar mujer, que tuve el honor de conocer y respetar, madre de Georgina. Claro está, que aunada a las melancolías, también, cruzaron, por mi mente, las gratitudes, anécdotas y placenteros momentos vividos con ellos, los hombres, sureños casi todos, honrados hasta la raíz, enjundiosos y vivaces, cada uno, con sus matices y estilos, amantes de la vida, conocedores del buen vino, de la buena mesa y la buena energía de los amigos, por siempre. Prendados de sus compañeras, hasta el fin de sus días, coincidentemente, todas, menores que ellos, como si el largo camino que recorrieron solos, encontró en ellas el oasis y la tranquilidad, que sus existencias necesitaron. Enérgicos, de carácter recio, se hacían respetar, pero, dulces, tiernos y siempre a vista, para con sus hijos y los que fueron padres de hijas, ¡como las engrieron, consintieron y amaron!, por ser las perlas más lindas , entre las hojas sensibles de sus corazones. Luego, estuve en casa, superé mis penas y añoranzas, mis dudas y vacilaciones, tanto personales, como laborales, ( en tiempos de globalización) , pero, de verdad, todo quedó atrás, ¡como debe ser no!...cuando, muy temprano, para un domingo, vinieron tres lindos niños Grace, Lupe y Josué, ( junto a su abuelo el gran Pepe “Charly” García), ahora , mis sobrinos, por ese inefable, tierno y sublime cordón umbilical, que se inventa y se nutre con solo amar y sonreir a los niños, sus inocentes miradas, efímeros júbilos, ocurrencias y gráciles palabras, siempre son y en ese momento fueron, música para mis oídos y campanillas de cristal, para mi corazón. Muy de inicio la afabilidad y grata compañía de Georgina, me regaló con humeante café y singular desayuno, hecho, con sus gráciles manos y siempre voluntad, hecha en el largo transcurrir de años de consensos y disensos, pero, todos uno, a la hora de continuar labrando vida, inacabables y polémicas, pasión y esperanzas. Continuando con la seguidilla de cariño, me llamó Antonio, mi tio, hermano de Herminia, quien a pesar, de tener serios problemas en sus ojos, no cesa de llamarme, alentarme, quererme, en esta y muchas fechas del diario vivir, no paso un minuto, y otro ring, era Robertito, hijo añorado, de mi siempre presente hermano Roberto, muchachote de 10 a punto de cumplir 11 el 2 de Julio, pero con una apariencia de 14 o 15, no sólo por su gran estatura y estampa, sino por poseer, conciencia avanzada, raciocinio y talento asombrosos y gran percepción de la vida y sus vericuetos. Pero...alli...no quedo todo...Al rato, tocó la puerta mi madre, llevando , con empeño y singular cariño, que siempre, me conmueve y emociona, ahora, más que ayer dulces regalos, “unas cositas”, como ella les dice, y, que durante pacientes días y minutos, va juntando, para traérmelos, muchas veces, dejando de lado , lo que ella necesita, con ese desprendimiento, tierno corazón hecho entrega, que a ella le caracteriza, y la hace grande, por encima de dolores y vicisitudes, ella en si, representa para mi, la razón central de ejemplos de amor, por encima, de todo y de todos, fortaleza del alma, que permite tocar con las yemas de los dedos, el secreto de la bienaventuranza y la felicidad sin límites.Al rato, llegaron Paco y Anita, que ya comienzan a mostrar los rostros de la nueva ilusión, de una floreciente comunión, que los alienta a retomar los rumbos de un futuro, de inmensa alegría y compartida cena de sueños vívidos y radiantes. Paco me abrazó y en ese corto instante, viaje veloz hasta el día de su venida a este particular orbe, cual raudo y velocísimo reloj, llegué hasta el momento, que lo tomé entre mis brazos aquel 18 de agosto, frio, húmedo, pero caluroso para todas y cada una de mis células, sintiéndolo, pegado a mi corazón, latiendo con el suyo, pequeñito, pero, potente, con ganas de entregarlo a sus , seguramente, travesuras y saltitos terrenales , soñados en el agradable hogar milagroso de su madre, en el vientre bendecido de las fuerzas del bien. Sentí cerca, sus risas de la infancia, sus juegos interminables, de libretos fantásticos, sus primeras palabras, sus baños rociados de llantitos graciosos, sus demostraciones orgullosas de nuevos aprendizajes, de nuevos amigos; los juegos entrelazados, nutriendo nuestros pulsos, de recíproco cariño y estima; acompañando sus ojos achinados, en los momentos de descanso o en las cortas, felizmente, estancias de algunas pasajeras y caprichosas fiebres. Recordé zigzagueante a Guillermo su abuelo, mi padre, deslizando, disimulado, henchido de júbilo, una diáfana lágrima de orgullo y dulce satisfacción, por tener en el y con él, a la prolongación viviente de su invalorable amor.
Todo eso sentí y más, y, debí hacerlo nube en el cielo del minuto, flor de presente en el inmenso jardín turgente del pasado, veloz hada entrando en la dimensión del segundo convertido en futuro. Ahora llegaba con Ana, su amada, dando curso al alado coche de los nuevos tiempos, de las nuevas plantas y sabores, de los inmensos azahares del porvenir y las guirnaldas luminosas de la existencia.En serio, si me fue bien, el día del Padre, como sea visto, por unos y por otros, pero, para mi, como este y muchos años antes, me dio aliento, fe e inquebrantable confianza en la virtud y la buena fibra de la condición humana.
Nos vemos…hasta el próximo paso, que debe ser siempre fuerte…para no caerse
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