CUMBRE MUNDIAL DE ALIMENTACIÓN DEBE DAR MEDIDAS URGENTES PARA ENFRENTAR CRISIS ALIMENTARIA

CONFEDERACIÓN SINDICAL INTERNACIONAL (CSI)
La CSI EnLínea
La Cumbre mundial sobre la alimentación debe facilitar medidas urgentes para resolver la crisis alimentaria ,
Visto que los líderes de los gobiernos y organizaciones de todo el mundo se reúnen en Roma en la Conferencia de Alto Nivel sobre la Seguridad Alimentaria Mundial convocada por el Secretario General de la ONU Ban Ki-moon, en respuesta a la creciente crisis mundial de los alimentos, la CSI ha reiterado su llamamiento a los gobiernos y a las instituciones mundiales para que tomen medidas de gran alcance a fin de garantizar la seguridad alimentaria para todos. Ban Ki-moon había señalado ya antes de la Cumbre varias problemáticas vigentes, en particular el impacto del aumento de la producción de biocombustibles sobre el abastecimiento de alimentos y la necesidad de ampliar las redes de seguridad para las personas más necesitadas. El Banco Mundial anunció la semana pasada una financiación de aproximadamente1.200 millones de dólares estadounidenses incluyendo subsidios de 200 millones de dólares para tres de los países más pobres. La atención a la cuestión de los biocombustibles y la ayuda a los países más pobres son positivas, sin embargo, es preciso abordar la especulación de los precios de los productos, factor que agrava este problema, así como la necesidad de recuperar años de inversión insuficiente en la agricultura de los países en desarrollo. Al mismo tiempo, la Cumbre también será objeto de presiones para que exija una mayor liberalización del comercio agrícola y poner fin a las medidas de emergencia adoptadas por algunos gobiernos de países en desarrollo destinadas a parar las exportaciones y almacenar los productos básicos agrícolas. Las medidas de orden comercial que perjudiquen la capacidad de los países en desarrollo para producir sus propios alimentos, o que aumenten el ya enorme poder de mercado del número relativamente reducido de grandes empresas que comercializan productos básicos, puede agravar la situación en lugar de conseguir un adecuado equilibrio entre el comercio internacional y la producción para el consumo local.
“Es la oportunidad de renovar por completo las desastrosas políticas que han dado lugar a esta crisis, y es de vital importancia que los gobiernos y las instituciones mundiales hagan más que solamente mal remendar un sistema que simplemente no satisface a todos los pobladores del planeta", declaró el Secretario General de la CSI Guy Ryder. "Los factores que explican el aumento de los precios de los alimentos y los productos agrícolas forman parte de la misma serie de políticas mundiales que han dado lugar a una inestabilidad financiera mundial generalizada así como a la intensificación del cambio climático. Estas tres crisis mundiales actuales deben atajarse desde la raíz y tomar el camino de una reforma y una reglamentación eficaz capaz de ofrecer empleos decentes. Gran parte del sistema agrícola mundial sienta sus bases en salarios miserables y en la violación de los derechos fundamentales de los trabajadores y trabajadoras.
No podrá encontrarse una solución duradera a la crisis a menos que se corrija la tremenda situación en la que se encuentran los derechos de los trabajadores en la agricultura a escala mundial”, añadió Ryder. En su reciente declaración, Fuelling Hunger (Alimentar el hambre), la UITA, la Federación Sindical Mundial cuyo objeto incluye la agricultura y la alimentación, ha hecho un llamamiento para que se introduzca una serie de cambios importantes, entre los que se incluyen el comercio, los biocombustibles y la creciente y grave influencia de las empresas, como parte de un análisis más amplio y una serie de recomendaciones para la acción:
La CSI considera que la Cumbre de la ONU debe orientar a los gobiernos de los países industrializados a conceder subvenciones de emergencia y préstamos a los países en desarrollo que lo necesiten para compensar el impacto del drástico aumento del precio de los alimentos. La ayuda requiere también financiar programas gubernamentales para suministrar alimentos básicos a bajo costo, así como programas a más largo plazo para aumentar la producción de alimentos. Estas medidas ayudarían a compensar las dos décadas de programas de ajuste estructural del FMI y el Banco Mundial y las repercusiones del Acuerdo de la OMC sobre la Agricultura cuya “apertura de los mercados” ha tenido como efecto consolidar el predominio de las multinacionales agroalimentarias y orientar la agricultura de los países en desarrollo a la exportación de alimentos en lugar de desarrollar la producción en sus mercados nacionales. Las reivindicaciones de la CSI se hacen eco de las del GCAP, el Llamado Mundial a la Acción contra la Pobreza que cuenta con alianzas nacionales en más de 100 países, que hizo un llamamiento para que todo el mundo se movilizara en solidaridad con los afectados por la crisis alimentaria el 1 de junio, así como en otros momentos clave a lo largo del año. De acuerdo con la ONU, los precios de los alimentos han aumentado un 57% en un año (y mucho más en el caso de los productos básicos) y unos 100 millones de personas más, en relación con el año pasado, se encuentran ante una grave escasez de alimentos. El FMI y el Banco Mundial han advertido que cientos de miles de personas podrían morir de hambre, y que podría anularse una década de progreso en la reducción de la pobreza.
Ya ha habido motines debidos a la escasez de alimentos en más de 14 países, entre ellos Haití, Costa de Marfil, Camerún y Egipto, cobrándose ya la vida de decenas de personas. Dado que los precios más altos de los alimentos afectan con mayor intensidad a aquellos que se encuentran en el extremo inferior de la escala de ingresos, aumentará la desigualdad en el interior de cada país a menos que se tomen medidas vigorosas para proteger el poder adquisitivo de los trabajadores y de las personas en situación de pobreza en los países en desarrollo. Tanto el Banco Mundial como el FMI, entre otras instituciones, son responsables de la crisis actual al alentar a los países a desmantelar las reservas de cereales administradas por los gobiernos, lo cual podría haber desempeñado un papel vital para aliviar la actual escasez de alimentos, en nombre de la desregulación y la liberalización. Gran parte del enfoque aplicado por el Banco en relación con la agricultura fue alentar a los agricultores de los países en desarrollo a cambiar a cultivos de exportación, lo que ha contribuido a la escasez de alimentos básicos para el consumo interno. El Banco se ha opuesto con frecuencia a los organismos de comercialización estatales, a la investigación agrícola y a los bancos de alimentos a la vez que observaba una sistemática falta de inversiones para la infraestructura necesaria y promovía la privatización del agua y el desmantelamiento de los aranceles que generaban ingresos para los programas de ayuda. Todas estas medidas han causado la disminución de los ingresos de los productores rurales. Más recientemente, el Banco Mundial ha seguido el ejemplo de EE.UU., la UE y Brasil de promover el cambio hacia cultivos destinados a fabricar biocombustibles, factor que se considera responsable de un aumento de entre el 10% y el 30% de los precios mundiales de los alimentos. El Director General de FAO, Jacques Diouf, dijo recientemente que se están desviando 100 millones de toneladas de cereales para la producción de biocombustibles y se estima que esta cantidad aumentará 12 veces en 2017, mientras que el Secretario General de la ONU Ban Ki-moon pidió una revisión de las políticas de los biocombustibles debido a que la crisis mundial de los precios de los alimentos se debe en parte al creciente uso de cultivos para la generación de energía, amenazando crear la inestabilidad mundial.
La OCDE ha indicado que los planes de la Unión Europea de obtener el 10% de su combustible de transporte de los cereales para el año 2020 tendrá poco o ningún efecto sobre el cambio climático, y ha expresado dudas de que existan medios técnicos para producir biocombustibles sin comprometer la capacidad para alimentar a una población cada vez más numerosa. De hecho, cada vez caben más dudas en cuanto a la posible contribución de los biocombustibles a mitigar el cambio climático a nivel mundial en lugar de exacerbar el problema. El cambio climático es otro elemento importante de este problema en escalada. Las sequías son una de las principales razones de la escasez de alimentos locales y, de acuerdo con el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC) de las Naciones Unidas, el cambio climático traerá consigo el aumento de las sequías y la desertificación en algunas zonas, pero también incrementará las lluvias e inundaciones en otras. Estos cambios perturbarán gravemente la agricultura y los sistemas de alimentación en todo el mundo y particularmente en el Sur de África y de Asia y en Brasil. La responsabilidad de la crisis también radica en el puñado de empresas multinacionales que ahora controlan el comercio de productos agrícolas en casi todo el mundo. Su efecto ha sido “internacionalizar” la producción, el consumo y los precios de los alimentos, lo que ha socavado el control nacional y local precisamente sobre los mismos sistemas que se supone han de proporcionar alimentos para la población. Un pequeño número de empresas comercializadoras de productos básicos y transformadores de materias primas está ejerciendo un enorme poder comercial en los mercados mundiales. Estas empresas, conjuntamente con las multinacionales productoras de alimentos, muchas de las cuales están integradas con empresas energéticas y químicas, están cosechando beneficios sin precedentes, mientras que un número cada vez mayor de personas pasa hambre.
Como señala la UITA, "Para conseguir controlar la inflación de los precios de los alimentos es preciso enfrentarse al concentrado poder de las empresas transnacionales agroalimentarias y poner freno a la especulación financiera.” Según la FAO, se requieren planteamientos a largo plazo para definir y abordar las causas profundas de la inseguridad alimentaria, incluido el control y los modelos de propiedad de la tierra, los insumos agrícolas, los sistemas de distribución así como el comercio y la tarificación de los productos básicos y la especulación de los precios. El Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA) también ha señalado el papel de la especulación de los precios de los alimentos en los mercados mundiales como un factor fundamental de la crisis, y ha pedido tender a una agricultura sostenible como parte de la solución, haciéndose eco de un llamamiento de larga data de UITA. “Los más directamente afectados por los altos precios de los alimentos son los trabajadores y las personas en situación de pobreza que viven en las ciudades de los países en desarrollo, y no podría haber una manifestación más clara de los fallos del sistema actual que la incapacidad del mundo para alimentar a sus pobladores. Hacemos un llamamiento a los dirigentes mundiales a tomar medidas inmediatas y decisivas en la Cumbre de la ONU para ayudar a estas personas y, al mismo tiempo a preparar una reforma fundamental a largo plazo verdaderamente coherente para dar una respuesta eficaz a las múltiples crisis a las que se enfrenta la comunidad mundial en este momento”, declaró Ryder.
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