NUEVOS REFERENTES MUNDIALES Y LA COOPERACIÓN INTERNACIONAL

Nuevos referentes mundiales y la cooperación internacional
Elementos de un mundo en cambio
Durante estos últimos años hemos asistido a un cambio rápido y sustantivo de ciertos elementos básicos que conformaron el mundo conocido después de la segunda guerra mundial. La consabida existencia de una bipolaridad política y militar entre el Este y el Oeste ha dejado lugar a una multiplicidad de nuevos actores internacionales que están perfilando un panorama planetario impensable hasta hace sólo una década atrás
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La seguridad y la paz internacional han cobrado mejores perspectivas y el espectro de las conflagraciones generalizadas tiende a ir desapareciendo, aunque subsistan enfrentamientos nacionales y regionales de una extrema crudeza y brutalidad.
De igual manera el proceso de desarme mundial ha entrado en una fase más positiva y de cumplimiento efectivo de los compromisos, lo que ha repercutido en el fortalecimiento de las condiciones objetivas para la construcción de un mundo más atractivo y seguro para todos.
El viejo orden económico internacional ha salido bastante transformado de la crisis de los años ochenta, y los recientes acuerdos de la Ronda de Uruguay son claros indicios de que es imposible seguir deteniendo artificiosamente la potencialidad del comercio internacional, especialmente de las economías emergentes, para salvaguardar modelos de producción y de consumo que deben ser revisados de manera sustancial.
La estructuración y puesta en funcionamiento de macro zonas económicas que complementen aquellas otras históricas que gobernaron las relaciones económicas internacionales por décadas, habrá de significar mejores posibilidades de competencia, de participación y de aprovechamiento de capacidades nacionales y regionales para un importante grupo de países en vías de desarrollo, tradicionalmente condenados al manejo de procesos productivos simples y a mercados fuertemente dependientes de decisiones ajenas a ellos.
Los propios temas de la agenda mundial han basculado y cambiado de prioridades, intensidades, tiempos y formas de ser tratados: Medio Ambiente; Mujeres; Minorías Etnicas; Comercio; Desarrollo Sustentable; Descentralización; Gobernabilidad; y algunos otros de similar envergadura, han pasado a ser preocupaciones preferentes de la comunidad internacional. El crecimiento económico per-se ha dejado de ser el fin último, y los nuevos paradigmas se intentan construir a partir de la multiplicidad cultural y de la particular dignidad del hombre.
Por otro lado, han cobrado inusitada fuerza los procesos de participación ciudadana, más allá de los canales tradicionales de la política y sus expresiones organizacionales, lo que tiende a reivindicar a las regiones y sus gobiernos locales como las unidades más propicias para la resolución de las variables implícitas en estrategias modernas para el desarrollo integral
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Asimismo, la viabilidad de los esfuerzos integracionistas a nivel regional y/o subregional ha adquirido una perspectiva totalmente diferente, habiéndose encontrado acuerdos político - técnicos de carácter definitivo, lo que permite asegurar un avance continuo hacia formas de convivencia más interdependientes en la comunidad internacional.
Los signos del cambio en la cooperación internacional
La visión prevaleciente en la segunda mitad de los años 90 acerca de la cooperación internacional, tiene mucho y poco que ver con las que dominaron en décadas anteriores, incluso hasta los años recientes. Mucho que ver en la medida que los objetivos finales son muy similares: ayer y hoy lo que se pretende es que los flujos de cooperación contribuyan decisivamente a potenciar el desarrollo de aquellos países que no han logrado por sus propios medios satisfacer las necesidades básicas de sus pueblos, y hacerlo promoviendo en ellos la autosustentación del desarrollo. Poco que ver si se miran los modelos de sociedad hacia los cuales se dirigen en la actualidad los esfuerzos del desarrollo y si se analizan los actores, modalidades e instrumentos de la cooperación internacional.
En efecto, hoy en día pocos cuestionan que un objetivo central de la gran mayoría de los procesos de desarrollo pasa por consolidar un modelo de sociedad que sea, en lo posible, democrática en lo político, equitativa en lo social, y que en lo económico gire en torno a las fuerzas del mercado, abierta al exterior, y con un Estado que concentre su quehacer en lo social y en la mínima e indispensable regulación de los diversos factores económicos.
Atrás quedaron muchas utopías y paradigmas de sociedades, al parecer superados por consensos de dimensión nacional e internacional que apuntan a la competencia democrática por el poder, a la apertura e integración económica, a la modernización y disminución del tamaño del Estado, y a un rol decisivo del sector privado empresarial en casi todas las dimensiones del desarrollo.
La cooperación internacional no pudo quedar al margen de este colosal cambio de eje en los procesos de desarrollo de nuestra época. Ello queda de manifiesto a nivel de voluntades expresadas en múltiples convenios, documentos y declaraciones suscritos al más alto nivel político y técnico, en importantes foros mundiales y re
gionales.
A nivel de gobiernos, organismos multilaterales, Sistema de Naciones Unidas, ONGs, y de académicos y expertos en el tema, nadie ha dejado de sumar su opinión a la necesidad imperiosa de hacer de la cooperación norte - sur y horizontal, actores relevantes en el proceso de integración y desarrollo económico de nuestros países y de la región Latinoamericana y del Caribe. Más importante aún, ya están en marcha una serie de experiencias concretas en nuestra región aprovechando nuevos instrumentos y modalidades de cooperación que precisamente ponen el acento en la cooperación económica entre países en desarrollo.
En consecuencia, no se debe tratar de ahora en adelante de volver a inventar la rueda, ni de insistir en temas suficientemente afiatados en el debate y en la práctica internacional. La rueda ya existe y está rodando, quizás con limitaciones e imperfecciones, pero la cooperación internacional ya está marcada por las tendencias modernas y responde a mandatos muy claros y visionarios, convergiendo hacia el Siglo XXI con el signo de los tiempos: se trata de impulsar el potenciamiento mutuo de los factores más relevantes del desarrollo, incluido ciertamente el mundo de la empresa privada y su relación con el Estado y con el tejido de los organismos internacionales que fomentan el crecimiento y la integración económica.
La necesidad de centrar estas líneas en aquello que contribuya a mantener y acelerar la evolución de los actuales procesos de cooperación hacia una cada vez más fuerte cooperación económica, tanto extra como intrarregional, hace que priviligiemos la focalización de nuestro aporte a una mirada a los conceptos involucrados en el debate actual sobre la cooperación, deteniéndonos en algunas de las limitaciones aún vigentes que obstaculizan o retardan este proceso; revisando los nuevos impulsos y mandatos que se han abierto camino en tiempos recientes a través de convenios y declaraciones de alta significación, pero que también lo hacen a través de experiencias reales y concretas que permiten potenciar los programas de asistencia técnica horizontal y simultáneamente viabilizar el incremento de recursos y el alcance de ellos, incorporando de manera decisiva al sector privado empresarial en ambos extremos de la cooperación.
Además, y a modo de un aporte al debate, el documento se pretende culminar esta revisión del arte actual de la CTPD y de la CED y de su orientación de cara a los tiempos que vienen, con algunas sugerencias o recomendaciones a tener en cuenta a la hora de fijar los próximos planes nacionales, regionales y extra regionales de cooperación en América Latina y el Caribe
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