LOS "GARAGE SALE" EN CANADÁ ¿ ECONOMÍA INFORMAL?

Los ‘garage sale’: ¿economía informal?
Para unos es un pasatiempo de verano, para otros es una forma de vivir

Por ISABEL INCLAN
Las ventas de garaje, una tradición de verano en Canadá
Las ventas de garaje, mejor conocidas como ‘garage sale’, son parte del verano canadiense. Durante los días de semana, este “ejército de vendedores ocasionales” sale a colocar su anuncio en los postes y paradas de autobús. Cada sábado, desde las nueve de la mañana, las personas instalan en las puertas de sus casas su puesto con artículos variados, como lámparas, sillas, mesas, recuerdos de viajes que ya no tienen un valor sentimental, ropa que no es de moda y diversos objetos decorativos.Hay quienes prácticamente echan la casa por la ventana: plantas, alfombras, vajillas, asador, etc. Lo mismo se puede encontrar un pesado buda color cereza, que una réplica de una pintura de Monet o Picasso. Todo por unos cuántos dólares.
Para la mayoría de los canadienses e inmigrantes, las ventas de garage son un ‘hobby’ de verano, pero para muchos otros esto es una forma de ganarse la vida: recolectando cosas usadas durante el invierno, arreglándolas y vendiéndolas durante el verano. Por las calles de Rogers y Oakwood se puede encontrar un establecimiento callejero que vende sólo muebles (roperos, cajoneras, mesas y escritorios). ¿Será esto un garage sale?
Debido al abuso en el que han incurrido algunos de estos “aficionados”, el gobierno provincial está analizando la posibilidad de regular esta práctica y obligar a los vendedores a ofertar sus pertenencias sólo dos veces en cada verano.Mientras los concejales analizan esta propuesta, cada fin de semana las entradas de las casas de Toronto –y de otras ciudades de Canadá—se llenan de todo tipo de objetos, algunos nuevos, seminuevos y otros que verdaderamente tendrían que estar en la basura.“Cada verano trato de hacer por lo menos un garage sale. Me gusta vender parte de mis cosas porque a veces uno se aburre de tener lo mismo y hay que vender para comprar más”, comenta doña Alicia, quien porta una visera para protegerse del calor y un delantal con divisiones para guardar el dinero.Otras cuadras más adelante, una señora joven con rasgos italianos enseña a su pequeño de siete años a vender sus juguetes. El niño parece estar aprendiendo muy rápido, pues si su mamá dijo $5.00, él dice $5.50.Los garage sales también son una buena forma de atraer clientela para la venta privada de artículos. Por las calles de Dufferin, una joven con aspecto punk sacó parte de su viejo vestuario y puso su tendido sobre el jardín. A la hora que la gente se detiene a mirar, se da cuenta que más cerca de ella está el muestrario de collares y pulseras que ella misma hace a mano. “Esos cuestan $5.00 y $10.00 cada uno, lo demás sí es de a dólar”, aclara.
Vendedores generosos
Entre los vendedores se encuentran personas generosas. Desde las que ofrecen agua a los acalorados compradores, hasta quienes hacen buenas rebajas y hasta acaban regalando juguetes a los niños. Aquí parece que el objetivo no es hacer dinero sino interactuar con la gente. “Every thing just $0.25”, dice un joven de barba y melena, quien mira la cara de asombro de los visitantes.Hay quienes se toman la molestia de colocar anuncios en los postes, instalar su tienda y colocar un modesto letrero que dice “Free”, es decir, todo gratis. Esto es parte de la cultura canadiense del reciclaje.
“Yo regalo, tú regalas”
Las ventas de garage también pueden ser una forma más de interactuar con los vecinos. En la calle St. Clarens Ave., cerca de College, se realizó la semana pasada una “gran venta de garage”. Los vecinos de la misma calle se pusieron de acuerdo e hicieron su venta el mismo día. Esto atrae a los compradores, pues en la misma cuadra tienen diferentes opciones de compra.Espejos, plantas, muñecos de peluche, juguetes, alfombras, bufandas, chamarras, lámparas, extractores de jugo, ventiladores y corbatas, son sólo algunos de los productos que cubren las calles de Toronto los fines de semana.
“Aquí he encontrado muy buenas cosas para mi casa, es así como me he hecho de muebles y artículos de cocina; aunque están usados, sí funcionan”, comenta doña Irene Sánchez, quien cada semana no falta a la cita. La hora de la recolecciónCuando los rayos del sol comienzan a debilitarse, los vendedores empiezan a recoger lo que no se vendió, pero algunos de ello prefieren dejar el saldo cobre la calle para que alguien se lo lleve.
“El otro día estaba una jaula de hamster como nueva junto a una bolsa grande de comida; también había bolsas, cinturones y platos. Todo estaba muy bueno y era gratis”, dice la joven Cecilia, quien a sus 16 años ya conoce las ventajas de esta práctica veraniega.
Sean, pasatiempo o una forma de tener ingresos sin pagar impuestos, los garage sales contribuyen a mover la economía de las ciudades donde se realizan.Mientras las autoridades deciden regularlos o no, los aficionados compradores y vendedores le siguen dando vida, color y movimiento a las calles de la ciudad.
iinclan@elcorreo.ca

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