“VIVIR EN PAZ” : NUEVA SOCIEDAD, NUEVOS CONFLICTOS, NUEVAS SOLUCIONES


“VIVIR EN PAZ” : NUEVA SOCIEDAD, NUEVOS CONFLICTOS, NUEVAS SOLUCIONES
Por :SALVADOR AUBERNI SERRA

"Todos somos inteligentes, podemos entender y respetar, somos capaces de amar y de gozar de la compañía del otro".
Humberto Maturana
Diálogos – Fórum Internacional de las Culturas – Barcelona 2004
Las ciudades y los pueblos compuestos por sociedades cada vez más complejas y donde la convivencia ciudadana pasa de manera creciente por momentos difíciles ya que la gran diversidad de valores i intereses existentes en su seno, generan conflictos a diario de más o menos envergadura.
La realidad social no es estática o fácilmente delimitable y que una vez conocida sólo queda aplicar las medidas necesarias para que se desarrolle adecuadamente y de forma pacífica. Todo lo contrario, la sociedad es un sistema abierto, en evolución continua, si la ciudadanía no es sensible a ello, puede perder el contacto con la realidad y hacer casi inútiles o poco operantes sus acciones planificadas. Siendo así, se experimenta el descontento, el desencanto y la impotencia. El desinterés por las cuestiones colectivas se va apoderando de capas importantes de la sociedad; no se ven satisfechos ni los deseos ni las necesidades personales, muchas veces, ni las colectivas, casi siempre. En estas condiciones la convivencia positiva y pacífica se hace cada vez más difícil, por no decir imposible
El pulso diario de las comunidades hace que emerjan nuevas conductas y nuevas realidades, que a su vez hacen que aparezcan viejos y nuevos problemas y conflictos entre la ciudadanía en general, entre vecinos y familias, en particular. También aparecen conflictos entre sectores sociales con intereses contradictorios, entre culturas distintas, entre generaciones, etc., que generan mayores o menores tensiones las cuales dificultan la convivencia ciudadana y la cohesión social.
Hemos oído muchas veces que los gobiernos no solucionan todos los problemas, en parte es comprensible, ya que muchos de los problemas que se dan en la comunidad, tienen una base personal e individual por lo que las administraciones con sus métodos clásicos de dar respuesta no los pueden solucionar.
Los sistemas utilizados hasta ahora para solucionar los conflictos y preservar la aparición de nuevos, como pueden ser la normativización de la vida comunitaria, los sistemas represores y el sistema judicial vigente... se muestran del todo incapaces de detener el avance de la conflictividad, ya que muchas veces su intervención, si bien aparentemente resuelven determinados conflictos, también es verdad que aparecen nuevos conflictos generados por la insatisfacción de las partes litigantes o en conflicto, bien sea por la lentitud del sistema o excesiva demora en dar soluciones, por el tipo de solución dictada o porque la parte perdedora buscará, casi siempre, su ocasión para resarcirse de la “derrota” y saberse vencedor de una u otra manera.
“Los sistemas tradicionales no acostumbran a resolver los conflictos; únicamente los prorrogan o los reprimen
Las personas somos y nos hacemos unas a las otras. Los niños son y se hacen los unos a los otros. No somos seres aislados que nacemos con unas potencialidades y habilidades que van viendo la luz, se manifiestan y se exteriorizan a medida que vamos creciendo. Somos singulares, es verdad, pero esta singularidad nace de nuestras potencialidades y de nuestra interacción con los demás y el entorno. Somos individuos, distintos, únicos y irrepetibles, pero, si consideramos también, nuestra dualidad racional y emocional, somos también personas y en cuanto a personas, necesitamos la relación con el otro; nos debemos y nos necesitamos con el otro. Si tomamos en consideración la dimensión social de la persona, la libertad individual, sin negarla, tiene que teñirse obligatoriamente de otros valores “adjuntos” que dan sentido social a la libertad, tales valores pueden ser los que llevan de modo implícito el reconocimiento del otro, del semejante: la solidaridad, compartir con el otro, implica cierta renuncia personal para beneficio de los dos. La responsabilidad, hacer uso de mi libertad individual sin dañar ni la dignidad ni la libertad de mis semejantes, y por último, el respeto, aceptar las diferencias, sin que ello quiera significar una aceptación pasiva, como algo irremediable, todo lo contrario, respeto quiere decir el buscar expresamente la mutua comprensión
No debemos confundir conflicto con violencia, a nuestro entender, tanto los niños como los adultos tendemos a confundir o a asociar ambos conceptos, debido, posiblemente, a la profusión de su uso en los medios de comunicación: guerra, adversarios, enemigos, atentados, terrorismo... Si se habla del “conflicto vasco”, evidentemente viene unido a “violencia”, y lo mismo sucede si se habla del “conflicto palestino - israelí”, de Irak, de Afganistán...
Ante los conflictos podemos dar respuestas impulsivas, viscerales y violentas, pero también podemos aprender y ensayar otras respuestas posibles más razonables, pensadas y no violentas. Si aprendemos a ser violentos también podemos aprender a no serlo. La educación puede ayudar a los niños y niñas, adolescentes y jóvenes a dar otro tipo de respuestas más acordes con la buena convivencia. Puede ayudar a tratar los conflictos de una manera constructiva, aprendiendo de ellos, y ante la aparición de nuevos y distintos conflictos, afrontarlos con realismo y objetividad, evitando la ofuscación, los impulsos y las respuestas violentas y reactivas.
Defendemos la idea de que los conflictos han de ser resueltos, en la medida de lo posible por los propios protagonistas. Ello conlleva todo un proceso complejo que precisa, por parte de los protagonistas en conflicto, varias premisas:
a) Voluntad de solucionar el conflicto. Es la premisa principal, ya que si no hay voluntad de restablecer la harmonía o cohesión, es imposible alcanzarla. Se necesita el deseo sincero de ambas partes en litigio, de llegar a acuerdos satisfactorios para ambos
b) Escuchar y atender las razones y opiniones de la parte contraria. No basta conocer lo que quiere u opina el otro, es necesario situarse en una actitud abierta para intentar comprender las opiniones y deseos de la parte contraria.
c) Ponerse en el lugar del otro, es decir, hacer el esfuerzo de salir de uno mismo y poder contemplar el conflicto desde la óptica del oponente
d) Voluntad de buscar conjuntamente con el otro, soluciones satisfactorias para ambos. Si nuestra actitud inicial, ante cualquier conflicto, es la de salir ganador de la contienda, lo que hacemos es aplazar la resolución; es necesario aceptar la posibilidad de llegar a puntos de encuentro donde todas las partes salen ganadoras o beneficiadas
El objetivo implícito de la resolución de conflictos no es otro que el restablecimiento de la harmonía original y a partir de ahí, acceder a estadios superiores de convivencia y de progreso personal y social. Los sistemas de intervención en la resolución o gestión alternativa de conflictos (GAC), no se desarrollan nunca de una manera coactiva, represiva o dirigista; no imponen nada, lo único que pretenden es que las partes encuentren, ellas mismas, la manera más satisfactoria y definitiva de resolver los problemas, actuando sobre las causas y promoviendo los cambios necesarios. Ya que el conflicto es inevitable, la GAC implica comprenderlo en sentido positivo y superarlo con la búsqueda de salidas consensuadas que sean equitativas, eficaces y estables.

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