El aporte de orientaciones éticas desde las Organizaciones para el Desarrollo

El aporte de orientaciones éticas desde las Organizaciones para el Desarrollo
Por : Emilio Martínez Navarro (Profesor de Filosofía Moral en la Universidad de
Murcia, miembro del Foro Ignacio Ellacuría,
emimarti@um.es)
Web: http://www.emiliomartinez.net/

Texto Completo en : http://www.emiliomartinez.net/pdf/Etica_ONGD.pdf

Lo más obvio que podemos observar cuando nos asomamos al mundo de las organizaciones solidarias es su inmensa variedad. La metáfora del arco iris se ha utilizado a menudo para señalar que existen organizaciones de iniciativa ciudadana de todos los colores, pero esa metáfora apenas refleja un aspecto de la diversidad: el pluralismo ideológico. Habría que encontrar otra metáfora que recogiese al mismo tiempo otros aspectos, como el tamaño relativo de cada organización y sobre todo el ethos característico, el carácter moral propio, mostrado en sus prácticas, puesto que esto último es algo diferente de la mera declaración ideológica de intenciones que exhibe cada organización. En cualquier caso, la diversidad y el pluralismo característicos de este sector social no impide que podamos señalar algunos aspectos comunes a todas las organizaciones solidarias, siempre que alcancen el mínimo de estructura para ser consideradas como organizaciones propiamente dichas. Desde el punto de vista ético hay dos de esos aspectos comunes que son especialmente relevantes: el ideario de cada organización y el ethos que se va forjando la organización como tal a través de sus prácticas. Las propias organizaciones han dado muestra de ser muy conscientes de la importancia de estos dos aspectos, como vamos a ver a continuación.
En efecto, ha habido un momento en la historia de las organizaciones solidarias en el que ellas mismas han caído en la cuenta del peso que han llegado a alcanzar en la sociedad, y en ese momento se han detenido a reflexionar juntas sobre su propia identidad y han intentado aclarar, ante la propia sociedad y ante sí mismas, lo que son y lo que pretenden ser. En ese proceso reflexivo, que generalmente se ha plasmado en algún documento público como “código de conducta”8 o similar, las organizaciones solidarias muestran su interés por qué tipo de ideas y qué tipo de prácticas son consideradas por ellas mismas como aceptables, e indirectamente señalan qué otras ideas y prácticas son consideradas incompatibles con la noción misma de ONGD. En el caso español, hemos hecho referencia anteriormente al documento más significativo, desde el punto de vista ético, procedente de la propia reflexión conjunta de las ONGD: el Código de Conducta elaborado por las que participan en las federaciones o coordinadoras de ONGD. Este documento refleja en buena medida lo que preocupa a las propias organizaciones. Por ello vamos a resumir a continuación, en parte, los contenidos principales del mismo en forma de preguntas de carácter ético.
¿Qué rasgos característicos deben tener las ONGD para mantener una identidad que sea compatible con los ideales de solidaridad que se supone que constituyen su razón de ser? A esta pregunta trata de responder el documento en su conjunto, pero el apartado 1.1 del Código, titulado “Concepto y características de las ONGD”, enumera diez rasgos concretos que las propias organizaciones solidarias han considerado como esenciales para reconocerse a sí mismas. Sintéticamente son los siguientes: 1) estructura estable, 2) ausencia de ánimo de lucro, 3) trabajar en el ámbito de la cooperación al desarrollo de otros pueblos, 4) tener voluntad de cambio hacia una sociedad más justa, 5) poseer respaldo social y presencia activa en la propia sociedad, 6) tener independencia respecto a otras organizaciones, 7) poseer recursos humanos y económicos procedentes de la solidaridad ciudadana, 8) tener mecanismos de elección de cargos directivos que sean transparentes, participativos y con igualdad de oportunidades para hombres y mujeres, 9) ser transparentes en su política, sus prácticas y sus presupuestos y 10) articular todas sus prácticas en torno a los fines de solidaridad internacional y cooperación.
El propio Código de Conducta no aclara si es necesario que toda ONGD ha de cumplir plenamente las diez características para ser considerada como tal y aceptada en la federación, o si, por el contrario, esos diez rasgos constituyen un horizonte a realizar, una aspiración a alcanzar a largo plazo. Ahora bien, por lo que traslucen algunos enunciados del documento, se entiende que toda ONGD que se precie debe esforzarse en consolidar cuanto antes esas cualidades, y mientras no lo consigue debería explicar claramente las razones que, por el momento, le impiden poseer tal o cual característica de esas diez, consideradas esenciales.
¿Qué creencias básicas ha de contener el ideario de cualquier ONGD que merezca ese nombre? Las organizaciones solidarias que han elaborado el Código de Conducta consideran que es esencial el consenso en torno a ciertos conceptos: 1) lo que se entiende por desarrollo, 2) la visión que se tenga acerca de la pobreza y sus causas, 3) la comprensión de lo que significa cooperación con los pueblos del Sur10, 4) la igualdad de género como erradicación de relaciones injustas entre hombres y mujeres, 5) la promoción de un tipo de desarrollo respetuoso con el medio ambiente y 6) el compromiso con los derechos humanos (todos los derechos y para todas las personas).
El consenso en torno a estos conceptos es necesario para que todas las organizaciones que dicen trabajar por el desarrollo de los pueblos tengan las mismas prioridades: 1) el desarrollo entendido como desarrollo humano —no como mero crecimiento económico—; 2) la erradicación de la pobreza como producto de la injusticia —generalmente una injusticia histórica de colonización y saqueo de los recursos naturales—; 3) el trato respetuoso con quienes se coopera —de igual a igual, no de superiores a inferiores—; 4) la dignificación de la mujer —superando la tradicional discriminación injusta que afecta a las mujeres frente a los privilegios de los varones—; 5) el compromiso con un tipo de desarrollo no depredador de los recursos naturales ni contaminador del medio ambiente; y 6) el compromiso firme con los derechos humanos entendidos de modo integral —todos los derechos, para todas las personas. Estas seis prioridades sirven para explicitar claramente ante la opinión pública las convicciones éticas más básicas que comparten las organizaciones federadas enla Coordinadora de ONG de Desarrollo. Se trata de los valores más preciados, de los fines últimos que persiguen, de las metas que dan sentido a su existencia misma. Por eso es importante el consenso de todas las ONGD en torno a esos conceptos, puesto que la falta de aceptación de alguno de ellos por parte de una organización significaría que tal organización tiene objetivos diferentes a los que persiguen las ONGD, y por ello habría que considerar que no es una auténtica ONGD.

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