Las Bienaventuranzas al pie de la Realidad










Por: Marcial Guillermo Pérez Herrera

Quisiera que las personas actuaran como son, sin necesidad de tamizar sus emociones, sentimientos o aspiraciones, por los pesados lastres de la formalidad y la lógica de modelos aplanados por el sistema
Quisiera levantarme todos los días, con un sueño blanco, límpido, alejado de los oscuros vericuetos, de un inconsciente social, maltratado por los vaivenes del sobrevivir o del supervivir.
Quisiera darle todo lo que tengo, a quienes nada tienen, sin tener miedo a los sinsabores de derrotas o prejuicios subalternos
Daría los minutos que me quedan de vida para hacer el bien, amparando a quienes siendo tan humanos como todos nosotros, blasfeman la hora en que se depositaron en el terreno field del destino
Daría todo lo que soy, por no perder un instante, lo bueno que me ha tocado vivir, sentir o hacer
Si fuera eterno el pedir, pediría estar algún día, en la lontananza del etéreo sin saber, o el cielo de los sueños, para estar nuevamente juntos, mi padre, mi madre, mi hermano y yo haciendo de la ternura, la razón de existir, y de la alegría, el pan dulce, que me llevara a la boca a cada instante.
Quisiera hacer de la belleza del alma, un cuadro de muchos colores, figuras y estrellas sin nombre, para que persistan en la inigualable maravilla del cosmos y del núcleo infinito
No quisiera olvidar lo bueno que amé, lo agradable que sentí y lo mágico que tomé entre manos de seda y manjar de dulces fantásticos
Daría todo, por no verlos sufrir, a niños inocentes y acariciados, por los calurosos cuidados de padres ilusionados y madres casi santas, que su debilidad sensible, siempre sea escudo protector de sus vidas y sus puros rostros
Quisiera quererte sin tener medida, quisiera que me acompañaras, si hay más vidas después de esta vida o si hay otras estelas de estrellas, que nos vuelvan a juntar, para amarnos, cual eterno retorno.

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