MIGUEL HERNÀNDEZ POETA Y REVOLUCIONARIO DE VERDAD




Miguel Hernández .
(Orihuela 1910-Alicante 1942) Poeta español. Su vocación literaria le llevó a leer a los autores clásicos españoles y a ingresar en el círculo El Radical, con Ramón Sijé, con quien tendría una gran amistad. Tras publicar algunos poemas en el periódico de Orihuela y la revista El Gallo Crisis, en 1933 apareció su primer libro, Perito en lunas cuyo estilo característico caló hondo en ciertos sectores de la crítica y literatura de la época. En 1934 se trasladó a Madrid, no sin pasar dificultades al principio, y publicó, esta vez en la revista Cruz y Raya, su auto sacramental Quién te ha visto y quién te ve y sombra de lo que eras. En 1935 apareció El rayo que no cesa, integrado principalmente por sonetos escritos según las formas clásicas de siglo de oro. Al iniciarse la guerra civil española, Hernández se afilió al Partido comunista y se alistó en el ejército republicano.
Durante la guerra, su producción poética tuvo un carácter marcadamente político, incluso propagandístico:Viento del pueblo (1937) y El hombre acecha (1939) y El labrador de más aire que, aunque publicado en 1937, su redacción es muy anterior. Ese mismo año, se casó con Josefina Manresa, y, a lo largo de la guerra, participó en actividades de izquierda comunista y antifascismo internacionales (II congreso de intelectuales antifascistas y un viaje como invitado a la Unión Soviética, al II congreso de teatro soviético). Con la victoria del bando nacional, el poeta fue condenado a muerte, pena que fue conmutada por la de treinta años. A su paso por varios penales, fue componiendo su Cancionero y romancero de ausencias (publicado póstumamente en 1958), muriendo de tuberculosis en el penal de Alicante, en 1942.



EL HERIDO
Para el muro de un hospital de sangre.
I
Por los campos luchados se extienden los heridos. Y de aquella extensión de cuerpos luchadores salta un trigal de chorros calientes, extendidos en roncos surtidores.
La sangre llueve siempre boca arriba, hacia el cielo. Y las heridas suenan, igual que caracolas, cuando hay en las heridas celeridad de vuelo, esencia de las olas.
La sangre huele a mar, sabe a mar y a bodega. La bodega del mar, del vino bravo, estalla allí donde el herido palpitante se anega, y florece, y se halla.
Herido estoy, miradme: necesito más vidas. La que contengo es poca para el gran cometido de sangre que quisiera perder por las heridas. Decid quién no fue herido.
Mi vida es una herida de juventud dichosa. ¡Ay de quien no esté herido, de quien jamás se siente herido por la vida, ni en la vida reposa herido alegremente!
Si hasta a los hospitales se va con alegría, se convierten en huertos de heridas entreabiertas, de adelfos florecidos ante la cirugía. de ensangrentadas puertas.
II
Para la libertad sangro, lucho, pervivo. Para la libertad, mis ojos y mis manos, como un árbol carnal, generoso y cautivo, doy a los cirujanos.
Para la libertad siento más corazones que arenas en mi pecho: dan espumas mis venas, y entro en los hospitales, y entro en los algodones como en las azucenas.
Para la libertad me desprendo a balazos de los que han revolcado su estatua por el lodo. Y me desprendo a golpes de mis pies, de mis brazos, de mi casa, de todo.
Porque donde unas cuencas vacías amanezcan, ella pondrá dos piedras de futura mirada y hará que nuevos brazos y nuevas piernas crezcan en la carne talada.
Retoñarán aladas de savia sin otoño reliquias de mi cuerpo que pierdo en cada herida. Porque soy como el árbol talado, que retoño: porque aún tengo la vida.

Miguel Hernández
El hombre acecha (1938-1939) Canción: Joan Manuel Serrat
Incluido en El hombre y su poesía. Antología. Miguel Hernández. Ed. Juan Cano Ballesta. CÁTEDRA. Letras Hispánicas, nº 2.

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