Pantallazo No. 51: Regresión

Pantallazo No. 51
Regresión
Por: Marcial Guillermo Pérez Herrera


Si al vaivén de los tiempos, se puede considerar la esperanza, esta es una buena razón para existir, en medio de las trémulas exigencias de un futuro incierto y las acomplejadas letanías de lo incongruente e insostenible en el tiempo.
Han pasado , una y otra vez, cual olas desbocadas , muchas de las cosas buenas del ser, ambientadas en la lógica, nunca enmarañada de los presentes y de los pasados, para ver nuevamente, a la salida de un túnel inmenso y metafísico, muchos de los cuadros y fotos de la añoranza, entremezcladas con papeles ajados de lecturas silenciosas y ambivalentes.

Pasaron ante mis ojos los silenciosos trajines de la lucha diaria y encabritada, casi sin riendas, envueltas en el precioso paisaje de la alegría y el desparpajo militante, mas, junto con ellas, desfilaron silenciosas ocultas experiencias de amargo sabor e interminable acechanza, descubriendo en cada momento, encendidas dudas y descuidos impenitentes, como si el sabor de la victoria, se hiciera añicos, en el instante fatal de la derrota.

Claro que sí, se ha caminado, sin cesar, vagado tal vez , errante y siempre solitario, pero, siempre acompañado de faunos invisibles , tempestuosos , a veces, lacerantes del placer irrito, pero, ellos al fin , al lado, cantando, sonriendo y actuando, en medio de las enmarañadas selvas del desasosiego y la vida intemperante. Casi sin retiros, siempre en cerviz desafiante, pero tierna y calmada, esperando, de repente, que las olas de los sueños, despertaran trepidantes y altaneras o que la idea fija de un cambio, de a verdad, y, por la verdad, la acariciara con lascivia.

Entrarán tal vez, en el Olimpo de la creación humana, desafiante y tesonera, muchos de aquellos postulados enhebrados, con paciencia e inaudita existencia, pero, junto a ellos, cansados y maltrechos, serán ignorados, cual parias enjaulados, muchas de las creencias, que hicieron altamente importante, la razón de vivir y los sacrificios, casi idílicos, empeñados en largas noches de penumbra y pequeña luz desapegada. En ese mismo, escarpado camino, se han ido despidiendo, muchos de los pensamientos mozos y rozagantes, para darle paso, a morigerados ímpetus de singular templanza y prudencia, pues lo que estaba en juego, era de este mundo y no de la entelequica visión, que despertar un día nos hizo.

Se cruzaron en una santiamén, leguas ideológicas, kilómetros inconmensurables de palabras dichas y escritas, muchas veces con dolor y pasión frustrada, torres de papel, sin querer, queriendo,  ignoradas , olvidadas y vilipendiadas, mamotretos y pequeñas líneas de saber bendito, juntándose en el delta, nunca repetido ,de la creación, que creíamos mesiánica, pero, que no pasó de ser, la ilusión infantil, hecha idea, tan frágil, como su hermano pensamiento, tan tierna y sublime, como su estructura nívea, pero, finalmente, acabada, en el rincón fantasmal de la oscura ignorancia o de la calculada expulsión de profanos y anacoretas del olvido.


Estamos allí, quizás desde el rincón arcano de la memoria construida, de la reseña esbelta de los testimonios o de la rezagada zaga de las mentiras piadosas y sembradas de duda, pero estamos, quizás, con la desesperada frustración de no poder haber recorrido lo planeado o no haber destellado las luces potentes de revolucionarias cuitas, sabiendo de levantadas promesas, de exaltadas y vociferantes sensaciones, de placeres impresionantes , fortuitos y pasajeros, de colores imaginarios, sólo vistos, percibidos y alcanzados, por nuestras particulares miradas, sin fatiga complacida, sin enseñanzas aprendidas, con repetitivos y persistentes errores y con el desfile casi suicida, de nuevos y desfallecidos intentos, de hacer diferente lo indiferente, de hacer feliz, lo indefendible, de llegar a ser , más, que nunca,  inmortales, pensando en la palma de la mano , como sesuda asesora y teniendo, en nuestras particulares debilidades, maestras sofisticas, de pendulares trincheras.

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