PANTALLAZO 14 : ¡ ESTUVE EN EL CUSCO!









Por : Marcial Guillermo Pérez Herrera
Fotos: Del autor (c)
Siempre se habla del Cusco, de su gigante atracción, de su mágico candor y pétrea presencia. Hacía más de 20 años no llegaba por sus fuentes y sus aires tempestuosos y revitalizantes, para hace pocos días, volver a reencontrame con sus pasados, sus presentes de cosmopolitismo agringado y sapiencia quechua.
Encontré una ciudad limpia, en términos de urbanismo, fresca, de gentes que han sabido entender la importancia de ser, desde mi modesto parecer, la màs importante ciudad del Perú, la representación vívida de un Imperio que fue resplandeciente, imponente, soberbio y majestuoso, a la vez, que tierno, melodioso, afiligranado y artístico.
El Cusco que conocí decadas atrás, ha cambiado, en extensión, en llanura, en nuevos y diversos rostros, pero manteniendo su hegemónica faz andina, temperamental y cobriza, de rebelde esencia, de olor a resistencia a las globalizaciones mediáticas, financieras y oportunistas, asimilando las modernidades al máximo (casi todos los que dan la cara a los turistas hablan español, inglés, por supuesto quechua, para comenzar), incorporando los vaivenes de los cambios, que da la occidentalización, mas, jamás saliéndose de ese arquetipo que desde el inicio de los tiempos, ha marcado la lógica del Tawantinsuyo, de sus lenguas, artes, destrezas, historias, diversidades e imaginarias.
Una mañana en el Cusco son mil mañanas ganadas a la vida , una pizca de tiempo en sus laberínticos recodos puede ser el inicio de una aventura sin límites, una noche la apuesta inequívoca que la vida comienza nuevamente. Quien , como yo, se atreve a comparar realidades citadinas, el Cusco se emparenta con las agoras romanas imperiales, las dos, de tremenda magnitud trascendente, de nunca oculta, altivez y demostración que se concentró poder a raudales, belleza con candor, vertical dirección con participativa demostración de lo popular y dicharacero. Escenarios de fiestas interminables por victorias guerreras y culto a deidades de todos los colores, sabores y energías.
Cusco te he vuelto a ver y sentir, presiento que nos volveremos a encontrar, para recorrerte en detalle, entre furtivo y abierto, entre discreto y tremendamente tumultuoso, entre voluptuosidades y sinergias escondidas. Cusco uno y el único, saldremos juntos en el amanecer de las esperanzas y sueños sin término, descansaremos con el atardecer de tus firmamentos celestes y transparentes, se nos hará la noche de las ensoñaciones dulces, tibias y decoradas de serenidad sin límites.


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